Al-Isra’ wal Mi’ray, el viaje nocturno y la ascensión a los Cielos del Profeta

27/07/2008| IslamWeb

  

Uno de los muchos milagros del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam
 
Diez años después del inicio de la revelación del Corán ocurrió el milagro del Isra wal Mi’ray (el viaje nocturno y el ascenso a los cielos), pocos años antes de la Hiyra (emigración del Profeta Muhammad, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, de Meca a Medina). Los milagros son una prueba de la veracidad del mensaje de los profetas, que proviene de Al-lah; pero al mismo tiempo, es una prueba para la gente: los creyentes, al ver estos sucesos maravillosos, inmediatamente saben que es Al-lah Quien que los hace; pero aquel que no conoce a Al-lah, que no cree en Él como se debe, se niega a aceptar, su razón no ve más allá de sus narices, lo que no puede entender simplemente lo rechaza, tal como sucedió con el milagro del Isra wal Mi’ray. Incluso hoy, en una era que el ser humano tuvo la posibilidad de llegar a la luna y observar los rincones más lejanos del universo, encontramos gente que lo niega.
 
En cuanto a las historias de los profetas que encontramos en el Corán, vemos que se resaltan los milagros como evidencia de la veracidad de sus mensajes y, sobre todo, el poderío total y absoluto de Al-lah. Tenemos, por ejemplo, la historia del Profeta Sulaiman (Salomón), quien enfrente de su pueblo pidió que se le trajera el trono de la reina Belkis; él se encontraba en una región de Palestina y ella en el Yemen, al sur de la península arábiga, miren la distancia, no menor que la que hay entre Meca y el Quds. Uno de los genios le dijo: “Yo te lo traeré en un instante, antes de que te pongas de pié”. Uno de los genios sinceros, nobles y piadosos, le dijo: “Yo te lo traeré antes de que parpadees”. Imagínense, en menos de nada y sin que Suleiman se lo pidiera, el trono de Belkis estaba frente a él. Esto ocurrió porque Al-lah se lo concedió; entonces, ¿puede alguien negar el viaje que hizo el Profeta Muhammad, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, en una sola noche, desde Meca al Quds (Jerusalén), si Al-lah Mismo fue Quien hizo que este viaje se diera? Al-lah decidió este asunto y así sucedió. Pero la distancia entre las dos mezquitas, la del masyidil haram (en La Meca) y la del Aqsa, no es nada. Luego, desde la mezquita del Aqsa, Al-lah hizo que Su siervo ascendiera de cielo en cielo, pasando por los siete cielos, hasta el último límite, el Sidra al Nuntaha (el Loto de la Linde), al cual nunca antes había llegado ningún profeta ni ángel.
 
{…para mostrarle algunos de Nuestros signos}
 
Este milagro no se trata de un premio, como muchos lo piensan; es mucho más que eso, tiene grandes lecciones, pues como lo Dice Al-lah en el Corán, fue para mostrarle las grandes señales… Pues pasó el Profeta Muhammad, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, del mundo que conocemos, que está al alcance de nuestros sentidos, al mundo del más allá. En esta vida no podemos ver ya a los que se mueren, pero el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, los vio, vio a los mejores seres humanos jamás creados y que ya habían fallecido: a los Profetas y Mensajeros de Al-lah. Se encontró con todos ellos en el masyid al Aqsa; mostrándonos, de esta manera, la razón de ser de los mensajes que todos recibieron, que al final es una y la misma, esta es: La unicidad total y absoluta de Al-lah, y que sólo Él merece ser adorado sin asociarle nada ni nadie… No hay uno solo de estos nobles hombres que haya sido enviado a su pueblo, sin que haya enseñado lo mismo en cuanto a la creencia: Creer en Al-lah, El Único, en los ángeles, en los libros sagrados, en los profetas, en el día final, en la resurrección y el Juicio, y en el destino para bien o para mal. Esto es lo que el Islam enseña a creer, así como lo hizo antes el mensaje de Issa (Jesús hijo de María), Musa (Moisés) y todos los demás profetas… Que Al-lah es Único, que no engendró ni fue engendrado y que no hay nada ni nadie que se le compare.
 
Al día siguiente, luego de este milagro, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le comentó a Ummu Hani, que Al-lah esté complacido con ella, lo que había pasado; ella le aconsejó que no se lo mencionara a nadie más, pues sería muy difícil para muchos creerlo y lo desmentirían. Sin embargo, él se mantuvo firme en decirlo a todo el mundo, pues él sabía que lo que le había sucedido era la manifestación del Poder total y absoluto de Al-lah, no había sido voluntad suya. Por esto se menciona en el Corán (lo que se interpreta en español): {Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la Mezquita Sagrada [de La Meca] a la mezquita lejana [de Jerusalén]…} [Corán 17:1] Nadie más puede ser mencionado con este título de grandeza, solo Al-lah. Así mismo, llama a Su Profeta “Su Siervo”. Detengámonos un poquito en este término, no es minimizar la posición del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam; por el contrario, es elevarle, es de Al-lah… De igual manera, encontramos que podemos someternos a la Voluntad de Al-lah de manera voluntaria o involuntaria. Si creemos en Al-lah, nos sometemos totalmente a Su Voluntad; pero si alguien se niega a creer, aunque no lo quiera, está sometido a la voluntad de Al-lah. ¿Acaso su cuerpo no está sometido a las leyes biológicas que Al-lah dispuso? La respiración, la digestión, la circulación sanguínea, la misma vida, Al-lah se la dio y Él se encargará de terminarla en el momento en que lo decida.
 
 El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, vio el castigo del Infierno
 
En este viaje, cuando pasó del mundo de lo perceptible al del más allá, en cuerpo y alma (pues no fue ningún sueño y mucho menos una ilusión, fue real), Al-lah le permitió ver cosas sorprendentes, vio el Paraíso y el Infierno; vio el castigo que recibe quien trabaja con la usura (el interés), el que bebe licor, el adúltero y fornicador, el mentiroso… Por esto, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, en uno de sus Hadiz, nos dice: “En los últimos días, antes del fin del mundo, Al-lah despojará la tierra de cuatro cosas: Las bendiciones, la justicia, el pudor en las mujeres, y el honor de los hombres”. Por eso vemos que en estos días las bendiciones han disminuido, tanto en la provisión como en el comportamiento; así mismo, vivimos rodeados de injusticia, y  notamos que en nombre de la liberación femenina las mujeres han perdido su pudor, es más, muchas de ellas parecen hombres; no en su aspecto pero sí en su conducta. Y, por último, vemos que el honor en muchos de los hombres se ha perdido, no le importa que las mujeres que están bajo su responsabilidad hagan lo que quieran, aunque sea malo; o que otros hombres vean de ellas sus intimidades; en fin… cuando el hombre no se interesa por cuidar y respetar el pudor de la mujer, eso la lleva a que viva sin tener en cuenta esta virtud en medio de la sociedad.
 
Este viaje maravilloso nos da muchas lecciones que debemos aprender y tener en cuenta en nuestra vida, nos muestra el más allá del que debemos estar seguros; pues un día, cuando la tierra se satisfaga con nuestros cuerpos, confirmaremos esta creencia que tenemos.

Al día siguiente, luego de este milagro, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, le comentó a Ummu Hani, que Al-lah esté complacido con ella, lo que había pasado; ella le aconsejó que no se lo mencionara a nadie más, pues sería muy difícil para muchos creerlo y lo desmentirían. Sin embargo, él se mantuvo firme en decirlo a todo el mundo, pues él sabía que lo que le había sucedido era la manifestación del Poder total y absoluto de Al-lah, no había sido voluntad suya. Por esto se menciona en el Corán (lo que se interpreta en español): {Glorificado sea Quien transportó a Su Siervo durante la noche, desde la Mezquita Sagrada [de La Meca] a la mezquita lejana [de Jerusalén]…}[Corán 17:1] Nadie más puede ser mencionado con este título de grandeza, solo Al-lah. Así mismo, llama a Su Profeta “Su Siervo”. Detengámonos un poquito en este término, no es minimizar la posición del Profeta

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