Tipos de almas

21/04/2009| IslamWeb

Al-lah Describe tres tipos de almas: tranquilas, críticas y las que persisten disfrutando de la maldad. A las del primer tipo se le dirá al morir lo que Al-lah nos Informa en el siguiente verso (que se interpreta en español): {¡Oh, alma que estás en paz con tu Señor! Vuelve a la vera de tu Señor complacida y satisfecha [con la recompensa, que Al-lah está complacido contigo], Y entra con Mis siervos piadosos A Mi Paraíso. } [Corán 89:27-30] Muyahid, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “Esta es el alma que continuamente se arrepentía ante Al-lah y tenía certeza de su encuentro con Él en el Día de la Resurrección, y por eso era obediente a Él”. Este tipo de alma cree en Al-lah, Sus Nombres y Sus Atributos; acepta y está complacida con el Islam como su religión, a Al-lah como su Señor y a Muhammad, sallalahu ‘alayhi wa sallam, como su Mensajero; está conforme con los designios de Al-lah y reconoce que Al-lah Es su Protector contra las tramoyas de sus enemigos y de los envidiosos”.

 
Exactamente lo opuesto a este tipo de alma es el tercer tipo mencionado, que es el tipo que persiste y disfruta de la maldad. Quien es arrogante de manera persistente y no aprende nada está más inclinado a tener este tipo de alma; esto prueba claramente que una persona está en continua necesidad de su Señor, para que la guíe y proteja de su propia alma, la cual lo invita a la maldad.
 
El segundo tipo de alma es la que es crítica, la cual culpa a la persona por las buenas y malas acciones que comete, reprocha a la persona por no realizar más buenas obras y la censura por cometer malas obras.
 
El alma puede fluctuar entre estos tres tipos en un día, e incluso durante una misma hora, pero nuestra alma es juzgada de acuerdo a cómo es generalmente, durante la mayor parte del tiempo. Es recriminarse a sí mismo es una cura efectiva para las enfermedades del corazón.
 
Existen dos formas de lidiar con el alma:
  1. Recriminarse, lo cual implica oponerse a los deseos.
  2. No recriminarse, lo cual destruye el corazón e implica seguir los deseos y la lujuria.
 
El Profeta, sallalahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “La persona imprudente es la que se somete a sus tentaciones y deseos y busca que Al-lah cumpla sus deseos vanos”. [At-Tirmidhi]
 
‘Umar, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Pídete cuentas a ti mismo mientras estás en la dicha, antes de la rendición de cuentas de ese Día severo; quien se pida cuentas a sí mismo mientras está en la dicha ganará el Paraíso de Al-lah y alcanzará la felicidad; y quien que permita que su vida y sus deseos ocupen toda su atención y lo hagan olvidadizo, será un perdedor arrepentido”.
 
Maimun Ibn Mahran, que Al-lah le Dé Su perdón, dijo: “Tu alma es como un engañoso socio de negocios: si no lo recriminas continuamente, se robará tu dinero (es decir, la recompensa que el alma acumula)”.
 
Los eruditos han dividido la rendición de cuentas en dos categorías: la que debe ocurrir antes de la realización de una obra y la que viene después. La que ocurre antes del la obra, es cuando la persona cuida su intención y la razón detrás de la realización de la obra: ¿Por qué realizará esa obra? ¿Espera algún beneficio de ella? Si es así, ¿es factible realizarla o debería abstenerse de intentar hacerla para no perder su tiempo? Si es factible, entonces, ¿cuál es su intención detrás de ella? Si es la complacencia de Al-lah, entonces debe seguir adelante y realizarla; por el contrario, si por medio de ella pretende ganar las alabanzas y la atención de las personas, entonces debe abstenerse de realizarla. Quien hace esto antes de la realización de toda obra se salvará de caer en atribuirle copartícipes a Al-lah.
 
Con respecto a la rendición de cuentas que ocurre después de la realización de una obra, los eruditos la han dividido en tres categorías: recriminar al alma por fallar en realizar una buena obra de la mejor manera, recriminar al alma por realizar una obra a expensas de otra obra que sería mejor realizar, y recriminar al alma por realizar algo que está permitido o es un acto habitual.
 
Estas tres categorías pueden ser explicadas de la siguiente manera:
 
Primera categoría: Fallar en realizar una buena obra en la mejor manera posible de complacer a Al-lah, como no haber estado sometido durante la oración, cometer pecados mientras se está ayunando o pelear durante el Hayy. La persona debe preguntarse a sí misma: ¿Cómo realicé esta obra? ¿La hice de la mejor forma que complace a Al-lah? ¿La hice de acuerdo a la Sunnah?
 
Al-lah tiene derechos sobre todo acto de adoración que realizamos, ellos cuales son que deben ser realizados:
-          Con sinceridad.
-          De acuerdo con la Sunnah.
-          Tan perfectamente como sea posible.
-          Recordando el favor de Al-la sobre uno al habernos Permitido realizarla.
-          Reconociendo nuestros defectos y el hecho de que sin importar lo que hayamos realizado, aún así no estamos agradeciendo lo suficiente a Al-lah.
 
Por lo tanto, debemos rendirnos cuentas a nosotros mismos con respecto a estos derechos, ¿los hemos cumplido todos o hemos descuidado alguno de ellos?
 
Segunda categoría: Realizar una obra a expensas de otra que pudo haber sido mejor. Un ejemplo de esto es ocuparse con las obras que tienen menor prioridad y virtud que aquellas que tienen una alta prioridad y valor, como aferrarse a ciertas formas de recordar a Al-lah, mientras que otras formas son mejores, como en la historia donde el Profeta, sallalahu ‘alayhi wa sallam, vio a su esposa Yuwairiah, que Al-lah Esté complacido con ella, ocupada mencionando a Al-lah por un largo periodo de tiempo, entonces él, sallalahu ‘alayhi wa sallam, le preguntó: “¿Continúas en la misma posición en la que te dejé?” Ella, que Al-lah Esté complacido con ella, le respondió afirmativamente. Entonces el Profeta, sallalahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “He recitado cuatro palabras tres veces luego de que te dejé. Si estas fueran pesadas en comparación con todo lo que tú has recitado desde esta mañana, tendrían mayor peso. Ellas son: ‘Subhanal-lahi wa bihamdihi, `adada Jalqihi, wa rida nafsihi, wa zinata `arshihi, wa midada kalimatihi (Al-lah Está libre de toda imperfección, y comienzo con Su alabanza tantas veces como el número de Sus criaturas, de acuerdo con Su complacencia, igual al peso de Su Trono e igual a la tinta que puede ser usada para registrar las palabras (de Su Alabanza)’”.[Muslim]
 
Tercera categoría: Realizar algo que está permitido es un acto habitual. La persona es recompensada por examinarse a sí mismo por estas obras para asegurarse de que tiene la intención de ganar recompensa como resultado de las mismas. Esto está ilustrado en las palabras del Profeta, sallalahu ‘alayhi wa sallam, respecto a los gastos: “Quien provee para su esposa gana una recompensa si (por medio de eso) tiene la intención de complacer a Al-lah y ganar una recompensa”. [Bujari] En esta narración, él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, aclaró que el gasto que uno está acostumbrado a hacerse convertirá en un acto de adoración por el cual será recompensado si tiene la intención correcta detrás del mismo, por tanto uno debe examinarse a sí mismo para asegurarse de su buena intención.
 
 

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