Niٌos que ayunan y el papel de los padres

01/07/2011| IslamWeb

La práctica y el espíritu del ayuno deben ser inculcados a los niños, para que cuando estos alcancen la pubertad les resulte algo natural y libre de esfuerzo.

El mes de Ramadán es una época de alegría, socialización y devoción. Así como cuidamos de los aspectos espirituales y sociales de nuestra vida en este mes tan especial, también es importante que tratemos de dedicar algo de tiempo a nuestros hijos. No deberían ser simples espectadores que se limitan a ver pasar frente a ellos las festividades, sino deben convertirse en parte activa y central de todo lo que ocurre y así aprovechar estos días benditos.
De la misma manera en que es el deber de los padres musulmanes enseñarles a sus hijos a rezar, también se espera de ellos que eduquen a sus hijos en cuanto a la importancia, reglas y etiqueta del ayuno. Esto es parte de la educación general que se les debe dar a los hijos desde temprana edad. Ayunar es uno de los pilares esenciales del Islam, y es, por lo tanto, base para todos los demás conocimientos. Es por esta razón que la práctica y el espíritu del ayuno deben ser inculcados a los niños, para que cuando éstos alcancen la pubertad les resulte algo natural y libre de esfuerzo.
En vez de presentar aquí una lista de sugerencias, tal vez resulte más claro dar dos ejemplos muy diferentes de niños en Ramadán. Cuando los leas, piensa en cuál de ellos te gustaría para tus hijos y también para ti mismo.
Mustafá
Mustafá es un niño musulmán de 11 años, a quien le gusta jugar igual que a cualquier otro niño. Durante Ramadán, disfruta del tiempo que tiene para ver a sus primos, amigos y vecinos. Lo que más le gusta es que puede permanecer despierto más tarde de lo normal para disfrutar de los invitados y la comida. Espera con impaciencia las celebraciones del ‘Id porque recibe muchos regalos y se divierte de lo más lindo. Desafortunadamente, Mustafá realmente no es muy dado a “eso” de ayunar, como él dice. Siente que es algo muy difícil para él y que puede repercutir en sus estudios.
Muchos de sus amigos no ayunan, por lo que piensa que él tampoco debe hacerlo. Hay incluso algunos adultos en su familia que no ayunan. Su tío es el único familiar que va a la mezquita para rezar el Tarawih, pero Mustafá no lo acompaña porque dice que hay mucha gente ahí. Sus padres nunca lo han exhortado a ayunar o a tomar parte en las oraciones especiales, pues no desean imponer a sus hijos algo difícil. Ellos leen un poco el Corán, pero no es parte integral de su día. Se enfocan más bien en los aspectos “divertidos” de Ramadán y no en los espirituales.
Ahora que Mustafá se acerca a la pubertad, lo más probable es que no ayune durante Ramadán como se requiere en la fe islámica. Dejará perder la oportunidad singular de establecer una relación firme con Al-lah, su Creador. La belleza y la paz de Ramadán no pueden ser superadas, ni siquiera por la “diversión” que tanto le gusta a Mustafá. Lo más triste de esto es que ese comportamiento pone tanto a Mustafá como a sus padres en una posición muy precaria, ya que Al-lah los Juzgará por las decisiones que hayan tomado.
Ahmad
Ahmad espera Ramadán con la misma ansiedad que Mustafá, pero por razones diversas. Por supuesto que disfruta de la alegría y las festividades de este mes, pero el aspecto espiritual le importa mucho más. Ahmad ayuna desde que tenía 5 años. Comenzó ayunando solamente la mitad del día, y cuando tenía 7 años ya ayunaba el día entero. Actualmente tiene 12 años y ayuna el mes completo. También, va a la mezquita todas las noches con su padre para rezar el Tarawih.
Cuando termina de rezar el Tarawih, pasa algo de tiempo en la mezquita con sus amigos. Está emocionado por la competencia de Corán que la mezquita está organizando este año, y ha estado ocupado estudiando la Sura de Yasin para concursar. Sueña con obtener el primer lugar para que sus padres se sientan orgullosos de él. Ahmad no siente que ayunar o rezar durante Ramadán sea algo difícil. Sus padres le han inculcado desde muy temprana edad la importancia de orar y ayunar, siempre le han dado muy buen ejemplo y, lo que es aun más importante, le han enseñado cuáles son sus deberes hacia Al-lah, su Creador, y cuál es la recompensa que recibirán quienes cumplen con sus obligaciones.
Ahmad ama a Al-lah y desea fervientemente acercarse a Él. El mes de Ramadán le da la oportunidad única de fortalecer este lazo. La dulzura de la fe que experimenta en esta época es algo que espera con alegría todo el resto del año. Es muy probable que Ahmad siga teniendo fe y practicando su religión al convertirse en adulto, y, si Al-lah Quiere, recibirá su debida recompensa en la Última Vida. Sus padres tienen la alegría de ver cómo su hijo se convierte en un siervo obediente de Al-lah, y, si Al-lah Quiere, también recibirán su premio.
Después de leer estos ejemplos tan diferentes, ¿cuál es el que te gustaría para tus hijos?
Es importante recordar que el camino al Paraíso puede resultar difícil, pero al final se encontrarán tesoros inimaginables. Al-lah nos Guiará por ese camino y nos Facilitará las cosas. Como padres, es nuestra obligación mostrar a nuestros hijos la dirección de ese camino; y el sagrado mes de Ramadán es una temporada especial y única que se presta para ello. Debemos dar el buen ejemplo a nuestros hijos y alentarlos a que cumplan con sus responsabilidades para con Al-lah. Debemos elogiarlos por sus logros y hacerlos recordar la Recompensa de Al-lah. Debemos enfatizar que recordar y temer a Al-lah son más maravillosos que cualquier otra cosa en este mundo.
Ramadán es una Gracia de Al-lah que nos permite hacer todo eso, y, por lo tanto, debemos aprovechar esta oportunidad bendita. Al hacerlo, inculcaremos a nuestros hijos –tal y como han hecho los padres de Ahmad– la importancia de la humildad, la obligación y el esfuerzo que debemos hacer para alcanzar nuestro objetivo supremo: el Paraíso.

Si fracasamos en enseñar a nuestros hijos estas lecciones invaluables, poniéndoles el ejemplo e instruyéndolos, entonces, ¿cuál es el mensaje de importancia que les estamos transmitiendo?

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