Las dos fuentes textuales de la revelación divina, el Corán y la Sunna, conforman en su conjunto la Shari’a, el camino recto. El término Shari’a ha sido mal entendido, confundido y abusado por los medios antiislámicos, e incluso por algunos musulmanes. Al igual que con toda la terminología técnica, debemos definir con precisión lo que queremos decir con la palabra Shari’a a partir de su utilización en las fuentes textuales islámicas. Al-lah dijo: {A ti [¡oh, Muhammad!] te he revelado un camino ordenado (Shari’a) para que lo apliques y no sigas las pasiones de quienes no saben} [Corán 45:18]. At-Tabari explicó que el significado lingüístico de Shari’a en esta aleya es el de camino o vía (taríqa), tradición (sunna) y método (minhay) (At-Tabari). La definición técnica del término dada por eruditos posteriores es integral, y consiste en tres ramas que abarcan toda la religión: normas (ahkam), creencias (aqaid) y moral (ajlaq). Además, los cimientos morales de la Shari’a son las virtudes y los valores de la misericordia (rahma), la integridad (istiqama), la consciencia de Dios (taqwa), la gratitud (shukr), la paciencia (sabr), la honestidad (sidq), la justicia (adl), la templanza (ifah), la fidelidad (wafá), y la tolerancia (samaha). La religión, en su sentido más amplio, es contrastada en esta aleya con los caprichos y deseos básicos (ahwá). Es decir, la verdadera fe se trata de adecuar nuestros deseos personales conforme a la Shari’a, no cambiar la Shari’a para que se ajuste a nuestros deseos personales, como dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Ninguno de ustedes tiene fe verdadera hasta que sus deseos cumplan con lo que he traído” (Ibn Abi ‘Asim). Con esta imagen amplia en mente, un creyente está listo para estudiar la Shari’a con la esperanza de ser bendecido por su guía.
Sin embargo, se alienta a los creyentes a estudiar la Shari’a, las fuentes textuales del Islam, dentro del marco teórico de una de las escuelas establecidas por los cuatro imames: Abu Hanifa, Málik, Al Shafi’i y Ahmad Ibn Hanbal. El erudito Ibn Wahb dijo: “Si no fuera por Málik y Al Laiz (dos imames de Fiqh), me habría arruinado. Solía creer que uno debía actuar según todo lo narrado sobre el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él” (Adh-Dhahabi). Esta preocupación sigue siendo válida hoy en día, ya que muchos de los argumentos antiislámicos que permean la Internet no son más que citas de aleyas coránicas y de hadices fuera de contexto. Y ya que el Fiqh es esencial para interpretar el hadiz, muchos eruditos recomiendan estudiar el Fiqh de acuerdo a una de las escuelas ortodoxas, mientras que otros sostienen que uno no debe limitarse a una escuela, siempre que base su práctica de la Sunna en la guía heredada del Fiqh.
El hadiz auténtico y la Sunna (plural Sunan) que este expresa, también encajan en una narrativa más amplia conocida como Sira, la biografía profética. Los creyentes interesados en aumentar su fe deben estudiar la biografía del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, el contexto social en el que él predicó el mensaje de Dios, las dificultades que él y sus seguidores superaron, y la magnanimidad que les mostraron a sus enemigos. Incluso muchos no musulmanes que investigan la vida del Profeta con curiosidad e imparcialidad, no pueden evitar sorprenderse de su fe.
Mahatma Gandhi, el líder indio conocido por su campaña no violenta para lograr la independencia del dominio imperial británico, era un admirador del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Gandhi escribió en una de sus cartas: “Quisiera saber lo mejor de la vida de quien tiene hoy un dominio indiscutible sobre los corazones de millones de personas… He llegado al convencimiento de que no fue la espada la que ganó un lugar para el Islam en el esquema de la vida de esos días. Fue la rígida simplicidad, la entrega absoluta del Profeta, el escrupuloso respeto por las promesas, su devoción intensa a sus amigos y seguidores, su intrepidez, valentía y confianza absoluta en Dios y en su propia misión. Esto, y no la espada, fue lo que conquistó todo lo que se les presentaba y superó todos los obstáculos. Cuando cerré el segundo volumen (de la biografía del Profeta) lamenté que no hubiera más para leer sobre esa gran vida” (The Collected Works of Mahatma Gandhi).
De hecho, la biografía del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, es otra señal para los creyentes. El jurista clásico Ibn Hazm solía decir: “Si no hubiera más milagros además de su biografía, con eso sería suficiente”.
Otra práctica importante para aumentar nuestra fe, y esto es especialmente importante para quienes aún no pueden leer el Corán, es reflexionar sobre las maravillas de la creación y presenciar los milagros del Creador en la naturaleza. Al-lah dijo: {En la creación de los cielos y de la Tierra, y en la sucesión de la noche y el día, hay signos para los dotados de intelecto, que invocan a Dios de pie, sentados o recostados, que meditan en la creación de los cielos y la Tierra, y dicen: “¡Señor nuestro! No has creado todo esto sin un sentido. ¡Glorificado seas! Presérvanos del castigo del Fuego” [Corán 3:190-191].
Los creyentes que reflexionan en su propia existencia solo pueden concluir lógicamente que la creación tiene un Creador, Quien la creó con un propósito sabio. Cuando se les pidió que justificaran la creencia en Dios, los primeros musulmanes, así como el Corán, hallaron evidencia en las muchas señales presentes en la creación. Por ejemplo, al Imam Ash-Shafi’i, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, le preguntaron sobre la existencia del Creador y contestó: “Todas las bayas de un arbusto tienen un solo sabor. Los gusanos las comen y producen seda. Las abejas las comen y producen miel. Las cabras, camellos y vacas las comen y producen excrementos y estiércol. Los ciervos las comen y producen almizcle. Sin embargo, todo esto proviene de una misma cosa” (Ibn Kazir). Si uno piensa realmente en este milagro natural en particular (que muchas criaturas distintas comen la misma planta pero producen diferentes sustancias útiles para los seres humanos), la conclusión necesaria es que fue hecho para que fuera de ese modo
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