Islam, imán, ihsán: Escalando la montaña espiritual (parte 4 de 11)

26/06/2025| IslamWeb

Nuestra fe en el Creador debe incluir los medios por los cuales Él nos ha comunicado Su voluntad: la fe en los mensajeros y en Sus libros. El Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, es el último en una larga cadena de profetas, que incluye figuras muy conocidas, como Noé, Abraham, Moisés y Jesús, la paz de Al-lah sea con ellos. Sin embargo, como los libros de los profetas anteriores fueron cambiados, perdidos para la historia o alterados por sus seguidores posteriores, el Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, es distinguido entre ellos como el portador del Noble Corán, las palabras literales de Al-lah.
La importancia del Corán en el Islam no puede pasada por alto. Es la conexión directa entre el adorador y el Creador, es el discurso divino del Señor del universo que se dirige al lector. Es un milagro profético en su contenido esencial, que sentó las bases de una gran civilización mundial. Es también un milagro lingüístico, ya que el método mismo de recitar el Corán, conocido como Tayuid, tiene la particularidad de conmover los corazones y aumentar la fe; el milagro del Corán puede ser percibido por todo aquel que lo estudie. Incluso si los creyentes no tienen aún el conocimiento para experimentar el Corán, deben saber que su naturaleza milagrosa es un artículo de fe por una muy buena razón.
El Imam At-Tahawi, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, escribió: “El Corán es la palabra de Al-lah. Se originó de Él, sin atribuir una modalidad a su discurso. Fue revelado a Su Mensajero por inspiración divina. Los creyentes afirman todo esto como la verdad. Tienen la convicción de que es la palabra de Al-lah Todopoderoso en realidad, no creada como la palabra de las criaturas”.
Los musulmanes nuevos o recién despertados que no conocen el lenguaje coránico, aún no han experimentado el milagro, pero así es como los compañeros del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, aprendieron el Islam. Primero, aprendieron la fe, luego aprendieron el Corán. Yundub Ibn Abdul lah, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “Aprendimos la fe antes de aprender el Corán; luego aprendimos el Corán y este fortaleció nuestra fe” (Ibn Maya). Uno debe conectar primero su corazón con el Creador, luego conectar su corazón con Sus palabras.
Recitar el Corán, tanto en su forma externa (Tayuid) como en sus significados internos (Tafsir), es como el creyente puede llevar su fe al siguiente nivel, como dijo Al-lah: {¿Acaso no reflexionan en el Corán y sus significados? Si no procediera de Dios encontrarían en él numerosas contradicciones} [Corán 4:82]. La belleza de sus palabras esclarecedoras, la sabiduría de sus normas, la simplicidad natural de su teología, todo acerca del Corán proporciona una experiencia espiritual como ninguna otra.
No estábamos presentes cuando el mar se separó para Moisés, la paz de Al-lah sea con él, ni cuando los muertos fueron resucitados para Jesús, la paz de Al-lah sea con él, pero cada uno de nosotros puede estudiar el Corán y experimentar su milagro de primera mano. Como tal, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “No hubo ninguno entre los profetas a quien no se le entregaran señales únicas para inculcar la fe en la humanidad. En verdad, se me ha dado la revelación que Al-lah ha inspirado en mí, así que espero tener la mayor cantidad de seguidores en el Día de la Resurrección” (Bujari). El milagro del Corán es atemporal y accesible, a diferencia de los milagros de todos los demás Profetas.
Además, Al-lah desafía a toda la creación a presentar un libro que se compare con el Corán. Al-lah dijo: {Si dudan de lo que le he revelado a Mi siervo traigan un capítulo [del Corán] similar, y recurran para ello a quienes toman por socorredores en lugar de Dios, si es verdad lo que afirman} [Corán 2:23]. Pero el hecho es que nadie puede producir nada similar al Corán. Nadie puede igualar su estilo, su influencia en la historia y la civilización, su permanencia en los corazones de millones de creyentes, que se esfuerzan por memorizar cada una de sus palabras.
Complementando el milagro del Corán está la tradición profética auténtica, la Sunna, los dichos y obras del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al lah sean con él. Al-lah dijo: {Es Él Quien eligió de entre los que no sabían leer ni escribir un Mensajero para que les recite Sus preceptos, los purifique y les enseñe el Libro y la sabiduría; antes de ello se encontraban en un extravío evidente} [Corán 62:2]. Según el gran exégeta entre los tabiín, Qatadah Ibn Diáma, la “sabiduría” en esta aleya y en otras similares, se refiere a la tradición profética, la Sunna (At-Tabari). La Sunna está contenida en tradiciones orales (hadiz o su plural ahádiz) rigurosamente preservadas. Los creyentes aprenden la aplicación práctica del Corán, así como los detalles de la oración, los hábitos cotidianos y la moral, a partir de la Sunna, como lo expresó la esposa del Profeta, ‘Aisha: “¿No has leído el Corán? El carácter del Profeta de Al-lah era el Corán” (Muslim).
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