Islam, imán, ihsán: Escalando la montaña espiritual (parte 1 de 11)

22/06/2025| IslamWeb

Introducción
Los seres humanos fueron creados con un impulso interno por buscar un propósito y por vivir para algo más allá de sí mismos. Muchas personas tienen el infortunio de vivir por la causa de algo mundano, dedicando sus vidas a lo transitorio, adorando objetos creados en lugar de adorar al Creador. Ellos no reconocen de dónde provienen, por qué existen y dónde terminarán después de su ineludible muerte. Perdidos y sin guía, tropiezan por la vida hasta que la realidad los confronta.
Pero muchos de ellos quieren dirección en sus vidas y convicción en el conocimiento del más allá. Solo necesitan que les muestren el camino, la religión universal y primordial revelada a los profetas y mensajeros, el Islam, el sometimiento pacífico y voluntario a la Voluntad del Creador.
En el Islam, tenemos una idea clara de por qué fuimos creados, qué constituye una vida recta, y qué ocurre después de morir. Además, el Islam no es solo un conjunto de normas y creencias, sino que contiene las semillas de la continua superación personal. Se nos ha enseñado cómo crecer en cercanía con el Creador, convertirnos en adoradores y líderes morales excelentes, hasta el punto de que nuestra voluntad individual y la voluntad eterna del Creador se alineen a la perfección. Esto se conoce como el estado del ihsán, la excelencia religiosa, la cima de la montaña espiritual.
Los tres niveles de nuestra religión le fueron revelados al Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, en el famoso hadiz acerca de su encuentro con el ángel Gabriel, la paz de Al-lah sea con él. Gabriel se acercó al Profeta mientras se encontraba rodeado de sus compañeros, y le dijo: “Muhammad, háblame del Islam”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le dijo: “El Islam es atestiguar que no existe Dios verdadero excepto Al-lah y que Muhammad es el Mensajero de Al-lah; establecer la oración, dar caridad, ayunar en el mes de Ramadán, y realizar la peregrinación del Hayy a la Casa si uno puede”.
Gabriel le dijo: “Has hablado con la verdad”, y luego le dijo: “Háblame de la fe”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le dijo: “Fe es creer en Al-lah, Sus ángeles, Sus libros, Sus mensajeros, el Último Día, y creer en el Decreto Divino (al qadr), tanto en su bien como en su mal”.
Gabriel le dijo: “Has hablado con la verdad. Ahora, háblame del ihsan”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le dijo: “El ihsan (la excelencia) es adorar a Al-lah como si Lo vieras, pues, aunque no lo ves, Él de seguro te ve a ti” (Muslim).
Esta narración nos presenta el viaje que tenemos ante nosotros, desde la infancia religiosa hasta la madurez espiritual: sometimiento, fe y excelencia. Cuando cada uno de esos términos es utilizado de manera aislada, se refieren a la totalidad de la fe. Cuando son contrastados, cada uno tiene un significado específico. El Imam Ibn Taimia explicó el hadiz diciendo: “El hadiz de Gabriel aclara que el Islam está construido sobre cinco pilares, que son el Islam mismo. No se basa en otra cosa que no sea su fundamento. Así, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, designó tres grados de la religión. El pináculo es la excelencia (al ihsán), su medio es la fe (al imán), y su base es el Islam. Por lo tanto, todo bienhechor (muhsin) es un creyente, y todo creyente es un musulmán, pero no todo creyente es un bienhechor y no todo musulmán es un creyente”.
Como creyentes, nuestro objetivo final debe ser practicar mucho más que lo básico. Más bien, deberíamos aspirar a escalar la montaña, ascendiendo de los niveles inferiores hacia los niveles superiores de la fe, en búsqueda de la estación más elevada del Paraíso, Yanat Al Firdaus.
Sin embargo, el viaje hacia el Más Allá siempre debe comenzar por el principio. Ninguno de nosotros sale del útero rezando cinco veces al día ni conociendo nuestro credo. Todos debemos dar ese primer paso. Todo musulmán debe comenzar con lo básico y avanzar hacia la fe. Al-lah ha comparado el desarrollo de la fe con una semilla que se convierte en un gran árbol que produce fruto.
Al-lah dijo: {¿Por qué no observas el siguiente ejemplo que te propone Dios?: Una palabra buena es como un árbol bondadoso cuya raíz está firme y sus ramas se extienden hacia el cielo, y da frutos en toda época [del año] con el permiso de su Señor. Así es como Dios expone ejemplos para que la gente reflexione} [Corán 14:24-25].
Cuando declaramos por primera vez nuestro testimonio de fe (Shahada), sabiendo su significado y creyendo realmente en él, la semilla de la fe es plantada en nuestro corazón. Así comienza nuestro viaje a lo largo del camino recto, avanzando como si escaláramos una montaña sobre la cual sabemos que hay un tesoro eterno y un hogar duradero. Como dijo Abu Sulaimán, que Al-lah lo tenga en Su misericordia: “Bendito aquel que da un solo paso sin desear nada más que a Al-lah Todopoderoso”.
Continúa...

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