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  1. Para la mujer
  2. Mujeres de la casa del Profeta

Yuwairiah Bint Al Hariz

Yuwairiah Bint Al Hariz

 

El quinto año de la hégira (la emigración del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, de Meca a Medinah), fue un año lleno de eventos importantes. Durante la segunda mitad los musulmanes estuvieron ocupados peleando con las coaliciones que se las tribus habían formado en contra de ellos, en un intento por impedir que la expansión del Islam.
Los musulmanes cavaron una trinchera para defenderse de los enemigos de afuera. Pero el mayor peligro los estaba acechando desde adentro, de parte de las tribus judías que habían quebrantado el tratado de paz. Luego de vencer a las coaliciones, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, reunió a los musulmanes en contra de la tribu judía de Banu An-Nadir. Ellos bloquearon sus fronteras por veinticinco días antes de que todos ellos se rindieran. Luego los musulmanes se dirigieron hacia la tribu de Banu Al Mustaliq, quienes habían reunido fuerzas para pelear con ellos.
Los dos ejércitos se encontraron en un pozo de agua llamado Al Muraisi. Una feroz batalla tuvo lugar, la cual finalizó con la dura derrota de Banu Al Mustaliq. La mayoría de sus hombres murieron y sus mujeres fueron tomadas prisioneras. Su líded, Al Hariz Ibn Dirar, huyó, pero su hija, Barrah, cayó en manos de los musulmanes.
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, distribuyó a los prisioneros entre los musulmanes. La hija de Al Hariz quedó con Zabit Ibn Qais, que Al-lah Esté complacido con él. ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, quien acompañaba al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en esta expedición, relató: “Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, distribuyó a los prisioneros de Banu Al Mustaliq, ella (Barrah) quedó con Zabit Ibn Qais, que Al-lah Esté complacido con él. Ella estaba casada con su primo, quien murió durante la batalla. Ella le dio a Zabit un documento comprometiéndose a pagar por su libertad. Ella era una mujer muy hermosa, cautivaba a todo aquel hombre que la veía. Ella se presentó ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, para pedir su ayuda en el asunto. Tan pronto como la vi en la puerta de mi casa, me disgustó su presencia, porque sabía que él la vería como yo la vi. Ella fue y yo le dije (al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam) que era la hija de Al Hariz Ibn Dirar, el jefe de su gente. Ella dijo: ‘Puedes ver el estado en el que he sido traída. He quedado con Zabit y le he dado una escritura por mi rescate, y he venido a pedir tu ayuda en este tema’. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘¿Quieres algo mejor que eso? Absolveré tu deuda y me casaré contigo’. Ella dijo: ‘¡Sí, Oh, Mensajero de Al-lah!’ Él respondió: ‘Entonces está hecho’”. [Ahmad]
Este fue el evento que hizo que la vida de Barrah (llamada más tarde Juwairiah por el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam) diera un giro, porque no solo aceptó el Islam salvándose así del fuego del Infierno, sino que aceptó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, como su esposo y así se convirtió en Umm Al Mu’minin (la Madre de los Creyentes).
Las noticias de que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se casó con Yuwairiah, que Al-lah Esté complacido con ella, se esparció, y ya que ahora los Banu Al Mustaliq eran parientes del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a causa de su matrimonio, se les hacía difícil a los musulmanes mantenerlos como sus prisioneros. “¡Los parientes del Mensajero de Al-lah!”, exclamaban, así que los dejaron libres. Cien familias fueron liberadas debido a este matrimonio bendito. Dijo ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella: “No conozco una mujer que fuera de mayor bendición para su pueblo que ella”.
Yuwairiah, que Al-lah Esté complacido con ella, era una mujer de belleza excepcional, y debido a que pertenecía a la clase más alta de su sociedad, tuvo la mejor crianza y educación disponible durante su tiempo. Ella, que Al-lah Esté complacido con ella, tenía veinte años cuando se casó con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Sin duda, ella era causa de los cellos de las otras esposas del Profeta, que Al-lah Esté complacido con todas ellas, pero eso no impidió que apreciaran su buen carácter y compañía.
Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, regresó a Medinah luego de aquel ataque (sobre Banu Al Mustaliq), con Yuwairiah, que Al-lah Esté complacido con ella, y llegó a un lugar llamado Dhatul Yaish, la confió a uno de los Ansar (musulmanes de Medinah). Su padre, Al Hariz, descubrió que ella había sido tomada prisionera y regresó a Medinah llevando el rescate de su hija. Cuando llegó a Al ‘Aqiq (un lugar cerca de Medinah), miró a los camellos que había traído para su rescate y admiraba mucho a dos de ellos, así que los escondió en uno de los pasadizos de Al ‘Aquiq. Se presentó ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, jalando a los camellos detrás de él, y le dijo: “Mi hija es demasiado noble para ser tomada como prisionera. Déjala en libertad por este rescate”. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondió: “¿No sería mejor que la dejásemos decidir por sí misma?” “Eso es justo”, respondió Al Hariz. Fue donde su hija y le dijo: “Este hombre te está dejando escoger, ¡así que no nos deshonres!” Ella, que Al-lah Esté complacido con ella, respondió calmadamente: “Escojo al Mensajero de Al-lah”; a lo que él exclamó: “¡Qué desgracia!”
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, respondió: “¿Dónde están los dos camellos que has escondido en Al ‘Aqiq en tal y tal pasadizo?”, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le pidió nuevamente la mano de su hija y él aceptó. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dio a su nueva novia cuatrocientos Dirhams como su dote. Al Hariz exclamó: “¡Doy testimonio que no exista nada ni nadie que merezca ser adorado excepto Al-lah y que tú, Muhammad, eres el Mensajero de Al-lah! Porque nadie pudo haber sabido esto, sino solo Al-lah”. Él, que Al-lah Esté complacido con él, sus dos hijos que estaban con él y algunos de sus hombres aceptaron el Islam. El Profeta
Yuwairiah, que Al-lah Esté complacido con ella, aceptó el Islam incondicionalmente y siguió el excelente ejemplo de su esposo en la adoración de su Señor, incluso a veces tratando de competir con él, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Una vez, él dejó su habitación para rezar el Fayer (la oración del alba) y regresó después del Duha (la mañana) y ella le dijo: “Me pasé suplicando todo el tiempo que estuviste ausente”. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: “¿Quieres que te diga unas cuantas palabras que, si las dices, ellas serán las más pesadas en la escala (el Día del Juicio) de lo que has hecho? Di: Subhana Al-lahi ‘adada jalqih, subhana Al-lahi rida nafsihi, subhana Al-lahi zinata ‘arshihi, subhana Al-lahi midada kalimatih (Exaltado [y alabado] es Al-lah tantas veces como el número de Sus criaturas, y tanto como lo complace, y tanto como el peso de Su Trono, y tanto como la tinta para Su Palabras)”. [At-Tirmidhi]
Yuwairiah, que Al-lah Esté complacido con ella, pasó su vida en el aislamiento después de la muerte del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Los califas, que Al-lah Esté complacido con ellos, proveían para su sustento, pero ella gastaba todo en la causa de Al-lah. Ella, que Al-lah Esté complacido con ella, realizó el Hayy muchas veces, y era conocida por su adoración apasionada.

Ella, que Al-lah Esté complacido con ella, se mantuvo alejada de todas las pruebas que la molestaron más tarde durante su vida; murió durante el califato de Mu’awiah, que Al-lah Esté complacido con él, a la edad de 64 años.

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