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Mujeres creyentes en la Casa del Faraón

Mujeres creyentes en la Casa del Faraón

 

Asiah, la esposa del Faraón
Era la mujer, que en su tiempo, vivía en el más grande de los palacios, rodeada de toda clase de lujos, comodidades, sirvientes y esclavos. Su esposo, el Faraón, olvidando que nació de un hombre y una mujer al igual que todos los demás, era injusto y altivo; ordenó que se le tomara como dios y se le adorará de la misma manera como sólo se debe adorar a Al-lah. {Pero el Faraón le desmintió y desobedeció [A Moisés]. Luego le dio la espalda y continuó corrompiendo la Tierra. Y convocó [a su ejército] y exclamó: Yo soy vuestro Señor supremo} [Corán, 79: 21-24]
A este personaje, con su orgullo, riqueza, poderío y señorío, se le enfrentó la persona más cercana a él, su esposa Asiah Bint Muzahim, una de las más grandes mujeres creyentes de la historia, cuando este tirano ordenó que se arrojara al fuego a la peinadora de su hija, junto con sus hijos, porque al preguntársele por el Dios al que ella adoraba dijo: “Mi Señor y el tuyo es Al-lah”. Asiah no pudo estar de acuerdo con este crimen, porque fue cometida una injusticia en contra de una de sus hermanas en la fe, pues en la creencia en Al-lah no hay diferencias por clases sociales, ser libre o esclavo, ser gobernantes o gobernado, todos somos iguales ante Al-lah, esta es la hermandad del Islam.
Cuando su esposo, el Faraón, le informó acerca de lo que había hecho con la peinadora, Asiah le dijo: “¡Ay de ti, qué mal vas a terminar, que insolente eres con Al-lah”, a lo que Faraón le respondió: “Al parecer la locura de la peinadora también te ha afectado” ella le contestó: “Nada de eso, no estoy loca, creo en Al-lah, el Señor de los mundos”. Mandó a llamar a su suegra para informarle que su hija creía en el mismo Dios que la peinadora adoraba, y que si no dejaba de creer en el Dios de Musa (Moisés) la mataría. Su madre la conminó a que le hiciera caso a su marido, sin embargo ella lo rechazó y juró que nunca renegaría de Al-lah.
Al ver la firmeza de su mujer, Faraón reunió a sus consejeros para consultares, les preguntó la opinión que ellos tenían de su esposa, todos ellos la alabaron, pero cuando les informó que adoraba a otro Dios que no era él, le dijeron: “matadla”. Apenas hace unos segundos habían alabado a esta mujer y dicho lo mejor de ella, pero tan solo con saber que adoraba al Único que merece ser adorado, Al-lah, cambiaron por completo y aconsejaron a Faraón que la matara, que curioso que consejeros como estos los haya a lo largo de la historia…
Así que el Faraón ordenó sus verdugos a que ataran sus manos y pies a postes clavados en el ardiente calor del desierto, y que la aplastaran con la más grande piedra que encontraran, y que si antes de tirarle la roca renegaba de su creencia entonces volvería a ser su esposa. Pero no, ella se mantuvo firme en su creencia porque sabía que lo que Al-lah le Tenía en la Otra Vida era mejor que todo lo que tenía en este mundo, por ello Al-lah Registró sus palabras en la eternidad Mencionándolas en el Corán, en lo que Al-lah nos Dice (lo que se interpreta en español): {¡Oh, Señor mío! Constrúyeme, junto a Ti, una morada en el Paraíso y sálvame del Faraón y de sus terribles obras. Sálvame de este pueblo inicuo} [Corán, 66: 11], mientras que ella hacía esta súplica, Al-lah le permitió ver su sitio en el Paraíso, lo que la llenó de alegría y emoción, así que sonrió, al verla el Faraón sonriente dijo: “veis como está loca, la estamos torturando y ella ríe…”. Antes de que le lanzaran la roca encima, Al-lah Elevó su alma al paraíso y así no sufrió el dolor de ese castigo. Este es un gran ejemplo de fe dado a toda la humanidad por parte de esta gran mujer, que Al-lah esté complacido con ella.
Era una mujer, físicamente débil, rodeada de todos los lujos y comodidades imaginables e inimaginables, por tal razón es que se ganó el reconocimiento y la honra de ser mencionada en el Corán para que sea un ejemplo de fe y dignidad para todos los creyentes, Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Y expone como ejemplo para los creyentes a la mujer del Faraón [que era una verdadera creyente], cuando dijo: ¡Oh, Señor mío! Constrúyeme, junto a Ti, una morada en el Paraíso y sálvame del Faraón y de sus terribles obras. Sálvame de este pueblo inicuo} [Corán, 66: 11].
Los sabios hacen énfasis en que ella, Asiah, prefirió estar cerca a Al-lah, antes que la morada en el Paraíso, lo que le da gran mérito, por ello se ganó el honor de ser mencionada por el Profeta Muhammad, sallallahu a’laihi wa sallam, junto con Mariam (María) la paz sea con ella, como una mujer completa en todo sentido.
Dijo el Profeta Muhammad, sallallahu a’laihi wa sallam: “Quien anhele la comparecencia ante Al-lah, Él deseará su encuentro, y quien no quiera, Él tampoco Querrá encontrarse con esa persona”
La historia de la peinadora de la hija del Faraón
Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, relató que el Profeta Muhammad, sallallahu a’laihi wa sallam, dijo: “En la noche del viaje nocturno, sentí un olor muy exquisito, entonces le pregunté a Yibril (Gabriel): ¿de dónde proviene esta agradable fragancia?, dijo: “es el aroma de la peinadora de la hija de Faraón y el de sus hijos”, dije: ¿por qué tiene este olor?, me respondió: “un día cuando se encontraba peinando a la hija del Faraón, se le cayó el peine y dijo: “Bismil-lah (en el nombre de Dios)”, al escucharla la hija del Faraón le preguntó: “¿en el nombre de mi padre?” le dijo: “no, en el nombre de Al-lah, mi Señor y el Señor de tu padre” la muchacha le dijo: “¿le digo lo que mencionaste?” ella lo aprobó. Cuando el Faraón se enteró la mandó a llamar y le dijo: “¿A caso tienes otro dios que no sea yo?”, ella le respondió: “Si, mi Dios y el tuyo es Al-lah”; entonces ordenó que se trajera un gran recipiente de cobre, que se le calentara hasta arder, y que se la arrojara a ella junto con sus hijos. Cuando ya iba a ser tirada en el ardor de ese inmenso caldero, le dijo al Faraón: “tengo una sola petición, quiero que los restos de mis hijos y los míos sean enterrados juntos”, el Faraón aceptó la petición, luego mandó a que se arrojaran frente a ella uno por uno de sus hijos, hasta el más pequeño de todos, que aún era lactante, al verlo se conmovió por lo que le iba a pasar, pero entonces este le dijo: “el castigo en la otra vida será peor” entonces se mantuvo firme y acepto su destino”. Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él añadió: “Cuatro niños hablaron siendo aún bebes: Isa (Jesús) el hijo de María, la paz sea con ambos, el de la historia de Yuraiyy, el testigo de Yusuf (José) la paz sea con él, y el hijo de la peinadora del Faraón” [Ahmad].
Grandes eruditos de la ciencia del Hadiz como Adh-Dhahabi e Ibn Kazir, comprobaron que este Hadiz es verdadero tanto en su contenido como en su cadena de transmisión, por lo tanto, sabemos de la historia de esta gran mujer, no por los relatos que se encuentran en las historias judías y cristianas, si no por lo que nos informa el mismo Profeta Muhammad, sallallahu a’laihi wa sallam.
 

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