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Socorrer al oprimido es una obligación islámica y humanitaria

Cuantas personas necesitadas, que están llenas de preocupaciones, que han sido oprimidas y cuyos corazones han herido, que andan por ahí sin que nadie se preocupe por preguntar por su estado y mucho menos por tratar de ayudarlas para librarlas de las dificultades por las que atraviesan. Con ayuda nos estamos refiriendo a ese instinto natural que se encuentra arraigado en el interior del musulmán y el cual lo impulsa a socorrer a los oprimidos y a extender su mano hacia quien necesita de su ayuda.

En el hadiz encontramos que se reportó que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, ordenó siete asuntos que se deben cumplir: “Visitar al enfermo, asistir a los funerales, desearle la misericordia de Al-lah a quien estornuda, responder al saludo, socorrer al oprimido, aceptar las invitaciones y cumplir con las promesas” (Bujari).

Un verdadero musulmán no puede aceptar la injusticia en contra de nadie, ni se permite a sí mismo abandonar a una persona presa en las garras de la opresión y más sabiendo que el Profeta de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “El musulmán es hermano del musulmán, no lo oprime ni lo abandona. Al-lah ayudará a quien auxilie a su hermano. Aquel que cubre la necesidad de un musulmán verá que Al-lah le cubrirá las suyas el Día del Juicio. Aquel que cubra las faltas de una persona (y no lo exponga en público para avergonzarlo) verá que Al-lah cubrirá las suyas el Día del Juicio)” (Bujari).

Después de conocer todo lo anterior, ¿serías capaz de abandonar a tu hermano y decepcionarlo? ¿O sacrificarías todo lo que te sea posible con el fin de socorrerlo?
¡¿Cómo esperar que Al-lah socorra a una nación que abandona a los débiles y más necesitados?!

Unas nación que no se preocupe por defender y apoyar al débil y que no condene a los opresores, no merecer que Al-lah la proteja y la purifique. Yabir Bin ‘Abdul-lah, que Al-lah esté complacido con él, contó: “Cuando volvieron los refugiados de Etiopía, el Profeta les dijo: ‘Quiere alguno de ustedes contarme su experiencia en Etiopía, ¿qué les llamó la atención de allá?’. Un joven le dijo: ‘Yo, yo te cuento. Una vez vi a una anciana que cargaba una jarra de agua en su cabeza. Un muchacho pasó, puso su mano en su hombro y la empujó. Ella cayó de rodillas y la jarra se le cayó y se rompió. Miró al muchacho y le dijo: ‘Ya verás, abusador. Cuando Al-lah exponga Su Trono, reúna a toda la gente que existió y haga que todos los miembros del cuerpo de la persona hablen y cuenten todo lo que hicieron, ese Día ajustaremos las cuentas entre tú y yo’. El Enviado de Al-lah dijo: ‘Ella dijo la verdad, en realidad dijo la verdad. ¡¿Cómo se va a elevar una sociedad en la que no se haga justicia con los más débiles?!’”. Al Manawi comentó al respecto: “Es una forma de recriminar señalando que una sociedad en la que no se defiende al débil y no se condena al opresor, teniendo la posibilidad de hacerlo, no merece ser purificada”.

Quien ayuda será socorrido y quien defrauda será decepcionado

Una persona que ayuda y una que defrauda, cada una recibirá la retribución que se merece en esta vida y en la del más allá. El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “A aquel que defraude a un musulmán en una situación en la que se está violando su dignidad o se está ofendiendo su honor, Al-lah lo defraudará en una situación en la que a él le gustaría que lo ayudaran. A quien socorra a un musulmán en una situación en la que se está violando su dignidad o se está ofendiendo su honor, Al-lah lo socorrerá en una situación en la que a él le gustaría que lo ayudaran” (Ahmad y Al Albani dijo que era hasan).

Al opresor se lo ayuda impidiéndole ser injusto con los demás:

En la yahilia (época preislámica) la gente se ayudaba mutuamente en el bien y en el mal. Esta característica mantuvo y fortaleció el Islam, pero, obviamente, la limitó solo al bien. El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Socorre a tu hermano sea oprimido u opresor”, uno de los presentes le preguntó: “Profeta, sé por qué debo ayudar al débil, pero ¿cómo ayudo a un opresor?”; le respondió: “Frenándolo cuando vaya a cometer una injusticia, así es como lo ayudarás” (Bujari).

La diferencia entre la justicia y el nacionalismo y el tribalismo radica en el hecho de ayudar a la sociedad a la que uno pertenece a no incurrir en injusticia en contra de sus miembros o de los demás, al respecto dijo el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Quien apoya a su gente en la injusticia se puede comparar al camello que se va de cabeza en un pozo (es decir, que está igual de perdido que ese camello que no tiene esperanza de sobrevivir)” (Abu Dawud).

Quien teniendo la posibilidad de ayudar a su hermano en la fe, sea con una frase, intercediendo por él o con tan solo una señal, no hace nada cuando lo ve humillado ante los demás, a esa persona Al-lah lo humillará el Día del Juicio ante todo el mundo, tal como se encuentra mencionado en el hadiz registrado por Ahmad.

Defender al musulmán en su ausencia
En el hadiz encontramos el resultado de defender a una persona en su ausencia: “Aquel que defiende a su hermano en su ausencia será defendido por Al-lah en esta vida y en la del más allá” (Sahih Al Yami’). Esto porque así se demuestra la sinceridad hacia los demás, ya que no están presentes.

La defensa del oprimido es una característica que debe ser reconocida aunque sea realizada por personas que no son musulmanas. ‘Amru Bin Al ‘As, que Al-lah esté complacido con él, aplaudió varias características que vio de los bizantinos, entre ellas la defensa del débil ante el opresor.

La defensa debe ser con base en la verdad, pues quien hace lo contrario, es merecedor de la ira de Al-lah, como lo expuso el Enviado de Al-lah en sus enseñanzas.

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