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La Mezquita, la cura para todas los males de tu corazón

La Mezquita, la cura para todas los males de tu corazón

Alabado Sea Al-lah, Señor del Universo. Doy testimonio que nada ni nadie merece ser adorado sino Al-lah, y que Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es Su siervo y mensajero.

Nuestros corazones son una confianza cuyos derechos debemos cumplir. A menudo un musulmán se queja de la oscuridad de su corazón diciendo: “Deseo curar mi corazón enfermo, ¿cómo podría ablandarlo? ¿Cómo lo mantengo ocupado recordando a Al-lah?
Siervos de Al-lah, estos corazones siempre deben ser cuidados y curaros; si el corazón se herrumbró a causa de los continuos pecados, esto hace que la persona se distancia de Al-lah y se vuelva conocido como uno de los pecadores; sería una calamidad si una persona muriera en ese estado. Por tanto, la pregunta es: ¿Cómo curaremos nuestros corazones? ¿Cómo los ablandaremos?
La cura islámica en este sentido es de muchos tipos, pero existe una cura muy importante a la cual debemos prestar especial atención y enfatizarla más que otras, y ella es el rol de la mezquita. Pero, ¿cuál es la conexión entre la mezquita y el corazón? ¿Cuál es el rol que la mezquita juega en reformar y corregir el corazón?
Nuestro Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ha mencionado siete tipos de personas que serán cubiertas bajo la Sombra de Al-lah en el Día de la Resurrección, cuando no haya sombra alguna excepto la Suya, y uno de ellos es: “Un hombre cuyo corazón esté unido a las mezquitas”. Así que existe una fuerte conexión entre el corazón y la mezquita. Dice Al-lah, lo que se interpreta en español: {Al-lah Permitió que fuesen erigidas y honradas las mezquitas para que se invoque Su Nombre, y en ellas Le glorifiquen por la mañana y por la tarde, hombres a los que ni los negocios ni las ventas les distraen del recuerdo de Al-lah, la práctica de la oración prescrita y el pago del Zakat , pues temen el día en que los corazones y las miradas se estremezcan [el Día del Juicio].} [Corán 24:36-37]
Este es el mejor lugar de la tierra en la escala de Al-lah, sobre los que los ángeles extienden sus alas y donde la luz divina de la Guía de Al-lah se refleja; estos son lugares en los que los musulmanes compiten en la realización de buenas obras; lugares donde los musulmanes se reúnen y se realizan actos de adoración en obediencia a Al-lah; lugares donde los ángeles y la Misericordia de Al-lah descienden; lugares donde los corazones se purifican y se limpian; en ellos, todas las personas son iguales en sus postraciones y reverencia ante Al-lah en total sumisión.
Siervos de Al-lah, la noble frase ‘Al-lahu Akbar’ que emana de estas casas de Al-lah, glorificando a Al-lah, el Exaltado y Todopoderoso, es capaz de despertar los corazones dormidos y traer a los descarriados hacia la guía. Cuando el corazón de un creyente se vuelve como una lámpara brillante colgada en la mezquita, se hace extremadamente tranquilo y calmo. El aferrarse a la mezquita también significa que uno siempre se apresura a regresar a la mezquita tan pronto como pueda luego de que la ha abandonado, o que se siente un inmenso amor por ella; ambos significados son grandiosos y los eruditos islámicos los han mencionado cuando han abordado este tema.
Por tanto, la devoción a la mezquita y el asistir a ella continuamente para realizar actos de obediencia a Al-lah es una muy buena forma de curar los corazones; de hecho, esta es la cura para quien se queja de la dureza de su corazón y otras enfermedades de las que todos nos quejamos.
Debido a este gran apego y amor por la mezquita, cuando nuestro Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba aquejado por su enfermedad terminal, pidió a sus compañeros, que Al-lah Esté complacido con ellos, que lo llevaran a la mezquita para poder asistir a la oración en congregación, así que fue llevado con los pies de rastras. ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, dijo: “Es como si lo estuviese viendo (es decir, al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam) siendo cargado, marcando dos líneas en el suelo con sus pies, a causa de su enfermedad (porque no podía caminar solo)”. Él no podía levantar sus pies del suelo por eso se arrastraban.
Siervos de Al-lah, cuando alguno de ustedes va a la mezquita, está protegido por Al-lah. Cuando dejan su casa purificados por la ablución y van a realizar una de las cinco oraciones voluntarias, recibirán la recompensa de alguien que está en estado de Ihram realizando en Hayy, como en la narración mencionada en el libro del Imam Abu Dawud, que Al-lah le Dé Su perdón.
Rezar oraciones voluntarias durante la mitad de la noche no es una tarea fácil, pero es fácilmente lograda (es decir, que su recompensa es obtenida) cuando se reza la oración del ‘Isha’ con la congregación; igualmente, rezar oraciones voluntarias durante toda la noche es extremadamente difícil y cansador, pero su recompensa es fácilmente obtenida cuando se reza el Fayer con la congregación.
Cuando estamos presentes para cada primer ‘Al-lahu Akbar’ de cada oración en congregación durante cuarenta días consecutivos, en los cuales se reza doscientas oraciones, se reciben dos certificados, pero no de alguna universidad famosa, sino más bien de Al-lah, el Señor del cielo y la tierra: un certificado libera a su dueño del Infierno, mientras que el otro lo libera de la hipocresía.
Entonces, la pregunta es: ¿Cuándo se considera que una persona estuvo presente en el primer ‘Al-lahu Akbar’? La respuesta es:
Primero: Se debe estar parado en la línea cuando el Imam lo pronuncia.
Segundo: Se lo debe pronunciar inmediatamente después de él.
Solo cuando la persona reza doscientas oraciones consecutivas, lo cual llevará cuarenta días, puede conseguir esto. Algunas personas han tratado de lograr esto y así han descubierto un gran placer y tranquilidad en sus vidas. Intentar alcanzar esto ha sido la causa de que muchas personas regresen al camino correcto; esto ha cambiado sus vidas y ha hecho que se adhieran al Islam. Algunos de nuestros piadosos predecesores dijeron: “Estamos viviendo vidas tan placenteras que si los reyes descubriesen su dulzura y no pudiesen obtenerla sino combatiéndonos con sus espadas para arrebatárnosla, ellos lo harían”. Ellos estaban refiriéndose a la tranquilidad y calma del corazón que sentían cuando asistían a la mezquita; el asistir a las casas de Al-lah es realmente un ritual grandioso.
Es por eso que ellos nunca desearon renunciar a esto; ellos nunca hubiesen aceptado renunciar a ese gran placer, alegría y deleite del corazón que sentían cuando asistían a las mezquitas; es por eso que cuando le dijeron a Sa’id Ibn Al Musayib, que Al-lah le Dé Su perdón, que dejara Medina para poder buscar la cura para la enfermedad de sus ojos, él respondió: “Entonces no podría asistir a la oración del Fayer y del ‘Isha’ en congregación”. Es por esta razón que nunca fue hecha la llamada a la oración sin que él estuviera presente en la mezquita. Se reportó que muchos de nuestros virtuosos predecesores eran cargados por otros para ir a la mezquita debido a sus enfermedades, lo cual refleja su verdadero apego a la mezquita, y muchos de ellos murieron estando dentro de las mezquitas.
Siervos de Al-lah, es un gran honor ser el primero en entrar a la mezquita, como fue reportado en una narración auténtica que uno de los compañeros del Profeta, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Existe un ángel con una bandera (de honor) que acompaña a la primera persona que va a la mezquita por la mañana, y permaneces allí hasta que regresa con él a su casa luego de que ha realizado (la oración)”.
Durante el viernes, los ángeles se sientan en la entrada de la mezquita registrando los nombres de quienes asisten primero a la oración, luego el segundo, luego el tercero, y así hasta que el Imam sube al púlpito, entonces cierran su registro. Esta es otra forma de ser honrado por Al-lah, especialmente para quienes asisten primero. Quienes asisten a la mezquita en momentos de oscuridad (es decir, a las oraciones del Fayer y el ‘Isha’) deben alegrarse con la buena noticia de tener una completa y perfecta luz en el Día de la Resurrección.
El esperar por la siguiente oración después de haber terminado una, da como resultado que nuestro nombre sea registrado en el ‘Iliyun, como Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Y por cierto que el registro de los justos está en un libro llamado ‘Iliyun. ¿Y qué te hará saber qué es el ‘Iliyun? Es el libro donde se registran las obras de los piadosos, y al que atestiguan los [Ángeles] allegados.} [Corán 83:18-21]
Si tan solo las personas conocieran la grandiosa recompensa de rezar en la primera fila de la mezquita durante la oración comunal, competirían para estar allí. El dejar la casa en un estado de pureza (es decir, habiendo realizado la ablución) y dirigirse a la mezquita con el cuerpo y el corazón limpios, tienen un enorme efecto sobre la persona cuando se realiza esto sinceramente por la causa de Al-lah.
Las mezquitas son las moradas de los virtuosos; las personas piadosas del pasado enviaban allí a sus hijos para educarse y ser entrenados en los buenos modales. Contrariamente a lo que algunos padres están haciendo en la actualidad, donde son testigos de que sus hijos abandonan sus oraciones en la mezquita, parcial o totalmente, e incluso en sus casas, para poder ver programas de televisión por ejemplo; parece que tales padres nunca hacen ningún esfuerzo para dirigir e instruir a sus hijos, y por lo tanto ellos han quebrantado su confianza y son negligentes en educar islámicamente a sus hijos.
Nuestros predecesores virtuosos nunca sacrificaron las recompensas de rezar en congregación (las cuales se pierden si uno reza solo). El anhelar estar en la mezquita refleja el alto nivel de fe y compromiso que se tienen en el corazón.
Debemos siempre utilizar este método para curar el corazón. Quienes se especializan en educación frecuentemente hablan acerca de los medios para purificar el corazón y elevar el nivel de la fe. La elevación del nivel de fe de las personas y la purificación del corazón ocurren en la mezquita, así que apresurémonos a realizar este gran acto de adoración y asistir a las mezquitas para las oraciones, para así reformar y rectificar nuestros corazones, elevar nuestro rango y acercarnos a Al-lah.
Siervos de Al-lah, cuando una persona entra en una de las casas de Al-lah, siempre se beneficiará de una u otra forma, ya sea que realice una oración obligatoria o una opcional o espere para la oración en congregación, lo cual tiene la misma recompensa de realizar la oración. También se pueden hacer súplicas entre la llamada a la oración (Adhan) y la llamada para iniciarla (Iqamah), o mencionar a Al-lah. Los ángeles piden perdón por esa persona mientras está sentado en la mezquita. Además, se puede conocer a un hermano virtuoso en la mezquita, y ¿dónde más se puede conocer a una persona piadosa sino es en la mezquita?
Las mezquitas en el pasado siempre estaban llenas de personas mencionando a Al-lah y que participaban en círculos de conocimiento. En las mezquitas la gente encontraba muchas formas de realizar obras virtuosas. Asistir a la mezquita eleva nuestro rango y honor, por eso debemos tener interés por asistir a ella continuamente y siempre recordar la recompensa que resulta de esto.
Cada paso hacia la mezquita eleva nuestro rango un nivel, borra un pecado y gana una recompensa, y las recompensas son siempre multiplicadas por Al-lah. Nuestros predecesores virtuosos caminaban a pasos cortos para así aumentar el número de pasos que daban mientras caminaban hacia la mezquita, para que así su recompensa sea más grande. Se debe caminar calmadamente no cruzar los dedos mientras se camina hacia la mezquita, porque el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, prohibió eso.
Las casas de Al-lah fueron objeto de demolición por los enemigos de Al-lah, esto es porque ellos se dieron cuenta de su valor mejor de lo que algunos musulmanes lo hicieron, por eso fueron blancos de sus ataques y continúan apuntándoles con diferentes tipos de herramientas destructivas. Así, asistir a ellas y resaltar su rol es de hecho un gran objetivo para cualquiera que glorifique al Islam y quiera apoyarlo. Nuestros enemigos odian estos lugares donde el Nombre de Al-lah es mencionado, y por eso destruyeron muchas mezquitas en varios países musulmanes.
Debemos agradecer a Al-lah por poder asistir a la mezquita a salvo, y esta gratitud es expresada mediante el aumento de nuestra asistencia, llegando temprano a las oraciones, permaneciendo en ella y recitando el Corán, y asistiendo a círculos de estudios en ella.

Lastimosamente vemos a muchas personas que evitan ir a la mezquita; algunos se sienten como prisioneros una vez que entran en la mezquita y no pueden esperar a salir de ella; otros discuten en ella y actúan como si no estuviesen en un lugar de adoración. Por otro lado, uno se deleita al ver a quienes están casi siempre en la mezquita, yendo de un acto de adoración a otro, rezando, recitando el Corán, mencionando el Nombre de Al-lah y suplicando. Rogamos a Al-lah que Lleve a los musulmanes de vuelta a su religión.

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