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La importancia de la puntualidad

La importancia de la puntualidad

Desde el inicio de los tiempos alguien ha estado controlando tu tiempo o, más bien, tu puntualidad. Cuando éramos jóvenes nuestros padres determinaban cuándo íbamos a la escuela y qué tan temprano o tarde llegábamos, nos ayudaban a vestirnos y prepararnos, y estábamos bajo su control.
Luego, a medida que crecíamos, obtuvimos algo de independencia, pero luego muchas mujeres se casaron y su control sobre su tiempo dejó de ser suyo nuevamente.
Las horas en tu día no son necesariamente tuyas. Ya sea que estés reportándote al trabajo a una hora determinada, dejando a los niños en la escuela a cierta hora, o incluso preparándote tu propio desayuno y el de tu esposo antes de que salgan a trabajar, todo eso requiere que hagas algo a una hora precisa. Eso demanda puntualidad.
Uno de los hábitos más difíciles de dominar en la vida es la puntualidad. Muchas de nosotras podemos hacer malabarismos con todo lo que la vida nos arroja, desde trabajo y matrimonio hasta hijos; pero cuando se trata de manejar todo ello de manera oportuna, algunas de nosotras nos quedamos cortas. La mayoría recordamos haber llegado tarde a la escuela cuando éramos niñas, correr por nuestra casa buscando la tarea o los zapatos, preguntándole a mamá dónde dejó nuestra chaqueta. ¿Por qué siempre llegábamos tarde? Después, crecimos y fuimos a la universidad o comenzamos a trabajar y todavía llegábamos apenas a tiempo, justo antes de que el jefe pudiera mirar el reloj, o nos deslizábamos a nuestros escritorios justo cuando el profesor comenzaba a dictar la clase o a pasar los exámenes.
¿Por qué la mayoría de nosotras habitualmente llega tarde, no solo al trabajo o la escuela, sino en muchos otros aspectos de la vida? Más importante aún, ¿qué podemos hacer como mujeres de la casa por nuestras familias y por nosotras mismas para romper este ciclo de procrastinación perpetua y llegadas tarde sin fin?
Practicar la puntualidad en todo
En todo lo que hacemos, desde el momento en que nos levantamos, debemos practicar la puntualidad. Nuestras prioridades deben incorporar la puntualidad y la confiabilidad en todos los aspectos de nuestras actividades diarias. En realidad, es probable que haya poco o nada que no requiera o no pueda beneficiarse de nuestra diligencia.
Realizar responsabilidades con regularidad
Esta es el área más común de procrastinación, ya que es aquí donde la mayoría de nosotras somos culpables. Es posible que desarrollemos con los años una actitud de “lo haré más tarde” y comenzamos a postergar nuestros deberes, desde los pequeños hasta los grandes. Comenzamos por posponer el lavado de ropa hasta que esta se acumula y se derrama de la canasta, dejamos que los platos se acumulen en el lavaplatos y luego tenemos esa sensación de hundimiento en nuestros estómagos porque estamos hasta el cuello de platos en agua grasienta. Nos acostamos tarde la noche anterior a un importante examen porque dejamos el estudio para última hora… En realidad, podemos posponerlo todo, todos los recados, las tareas y las responsabilidades. Pero ¿debemos hacerlo?
No, más bien deberíamos realizar nuestros deberes tan pronto como sea posible. Esto es lo mejor para nosotras en muchos sentidos.
1. Podemos completar lo que se debe hacer y seguir con nuestras otras obligaciones.
2. Podemos hacer un mejor trabajo dándonos tiempo suficiente.
3. Podemos dar un buen ejemplo a nuestras familias, mostrándoles que nos tomamos en serio nuestras responsabilidades. Si ellos ven que nosotras postergamos, pueden considerarlo como negligencia.
4. La diligencia conlleva a la consistencia.
Como la mujer del hogar, hay muchas responsabilidades que descansan sobre tus hombros. Si podemos evitar la procrastinación, evitamos esa carga abrumadora de sentirnos como si estuviéramos siempre “atrasadas” en nuestras tareas domésticas y escolares, en nuestros recados y en todo lo que lleva a ser demasiado para nosotras.
La puntualidad en la adoración
Como mujeres musulmanas, sin embargo, no podemos permitir que las responsabilidades y deberes domésticos como esposa, madre e incluso estudiante o profesional, eviten que adoremos a Al-lah con puntualidad, en el momento correcto y con las intenciones correctas. Esto se refiere específicamente, pero no únicamente, a la adoración. Realizar nuestras oraciones en sus tiempos señalados y con convicción es algo esencial para vivir nuestras vidas en la mejor forma posible, y dar a nuestras familias el mejor ejemplo.
Una de las primeras cosas que hacemos en la mañana −y sin duda la actividad más importante del día− es la oración, que no solo se beneficia de la puntualidad, sino que la exige. Le preguntaron al Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “¿Cuál es la acción más amada por Al-lah?”, y él respondió: “Ofrecer cada oración tan pronto como es debido”.
La puntualidad en realizar la oración significa que dejamos caer los platos (no literalmente) para realizarla tan pronto es debido, asegurándonos de hacerlo antes de recoger a los niños de la escuela, si es posible, haciéndolo en la oficina o en la escuela, si es necesario; cada vez que sea el momento debemos levantarnos para realizarla.
La oración no es la única forma de adoración que se beneficia de la puntualidad. La du’a (súplica) es una forma significativa de adoración para la que la puntualidad y la oportunidad son integrales. Las formas de du’a como el Istijara (oración de consulta) y otras de agradecimiento y Tawba deben ofrecerse en el tiempo correcto para lograr un beneficio máximo. Del mismo modo, pagar el azaque es otra forma de adoración para la que el tiempo lo puede significar todo, en especial para aquellos a quienes beneficiará la caridad. Por ejemplo, cuando donamos dinero a una recaudación de fondos para una causa en particular, la cantidad de dinero que damos en un momento determinado es imprescindible para esa causa específica. Podemos hacer planes para dar y donar, pero si en realidad no lo hacemos cuando se requiere, ya no cuenta. La clave es hacerlo precisamente cuando puede generar el máximo beneficio. Para los necesitados, el tiempo lo es todo.
Confianza en las relaciones
El tiempo es clave para las relaciones, así como para la adoración. Sin embargo, por alguna extraña razón, la gente tiene la tendencia a dar por sentadas sus relaciones. Las hacemos y luego asumimos que permanecerán, que no requieren mantenimiento. Sin embargo, como mujeres debemos saber que eso no es cierto y que, para mantener relaciones saludables y felices con todas nuestras personas cercanas, tenemos que trabajar en ello de manera regular y consistente. Eso significa que tenemos que estar un paso delante de las crisis. Las mujeres saben que las emociones se fortalecen y pueden interponerse entre dos personas.
Por lo tanto, es imperativo que nos mantengamos firmes en nuestros esfuerzos por mantener nuestras relaciones en la medida que deseemos. En otras palabras, nuestras relaciones con nuestro cónyuge, nuestros parientes, nuestros hijos, nuestras amigas y cualquier persona que signifique algo para nosotros, requieren esfuerzo. A fin de asegurarnos de que esas relaciones se mantienen saludables, debemos ser puntuales en manejar los problemas a medida que surgen. Piensa en el desacuerdo más reciente y significativo que hayas tenido con tu esposo, padre o hijo. Si lo hubieras manejado de inmediato, ¿habrías eliminado o reducido significativamente el problema? Quizás tuviste un pequeño disgusto con una amiga. Te sientes un poco molesta y decides que es mejor no volver a mencionarlo pero, por supuesto, te sigues sintiendo molesta con esa situación. Dudas en manejar la situación de inmediato porque sientes que podría “desaparecer” y que pronto será perdonada y olvidada. Sin embargo, todos sabemos que la mayoría de las mujeres no funcionamos de esa manera.
Muchas personas tienen un recuerdo demasiado fuerte como para poder olvidarlo hasta que se haya trabajado y hablado al respecto, y se haya alcanzado un verdadero perdón.
A veces, las mujeres tendemos a ignorar las situaciones difíciles que tienen carga emocional, dudamos en lidiar con problemas que afectan negativamente nuestras relaciones. Sin embargo, esto es peligroso ya que puede prolongar lo inevitable y empeorar un problema menor. Como es el caso con la mayoría de las situaciones, la procrastinación no es una buena idea. Por el contrario, la puntualidad es probablemente la mejor forma de mitigar cualquier crisis a largo plazo. Esta es una de las razones por las que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dio muchos consejos en contra de la ruptura de lazos. Por ejemplo, él dijo: “No deben romper sus lazos ni alejarse unos de otros, ni odiarse los unos a los otros, ni envidiarse los unos a los otros. Sean hermanos (y hermanas) como Al-lah les ha ordenado” (Muslim). Dado que la ira puede golpear a las mujeres −y también a los hombres, por supuesto− en momentos de debilidad emocional, el Islam permite tres días como período de tiempo razonable para que la ira disminuya.
Por difícil que parezca, ya sea que estemos lidiando con nuestros quehaceres, nuestra adoración personal o nuestras relaciones, lo mejor para nosotras es lidiar con la situación tan pronto como sea posible y “cortarla de raíz”.

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