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Cartas del Profeta Muhammad a Heraclio, Al Muqawqas y An-Nayashi (parte 1 de 2)

Cartas del Profeta Muhammad a Heraclio, Al Muqawqas y An-Nayashi (parte 1 de 2)

Nuestro Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, fue enviado para toda la humanidad sin distinción alguna, por lo que su mensaje abarca a todas las personas, generaciones, épocas, años y naciones sin discriminación, contrario a la misión que se le encomendó a los profetas anteriores a él (pues el mensaje que se les reveló fue exclusivo para los pueblos a los que cada uno fue enviado). Este hecho fue confirmado por Al-lah con claridad cuando dijo: {No te he enviado [¡oh, Muhammad!] sino como misericordia para todos los seres} [Corán 21:107]; y: {Di [oh, Muhammad]: “¡Oh, gente! Soy el Mensajero de Al-lah para todos ustedes”} [Corán 7:158]. Ibn Kazir, interpretando este último verso, dijo: “Este discurso va dirigido a todas las razas, a todos los colores de piel, a los árabes y a los no árabes, este honor y privilegio se debe a que él fue con quien Al-lah selló Su revelación, por lo que él fue el último Profeta y Mensajero de Al-lah, enviado a toda la humanidad”. As-Sa’di dijo: “Fue enviado para toda la gente, sea árabe o no árabe, de la Gente del Libro (judíos y cristianos) o de otras creencias”.

Por esta razón y en cumplimiento de la misión que se le encomendó, en el año sexto de la Hégira, después de la firma del Pacto de Al Hudaibia, el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, envió embajadores con una carta a los reyes y gobernantes del mundo que rodeaba a la península árabe, en ese mensaje los invitaba a aceptar el Islam. Los dirigentes a los que les mandó su misiva fueron: Heraclio, el emperador bizantino; Al Muqawqas (Kirolos, el griego) gobernador de Egipto; y An-Nayashi (Armah) rey de Axum, que comprendía Etiopía. Estos tres gobernantes compartían en común que eran cristianos y sus pueblos seguidores de esa religión, por lo que el Profeta de Al-lah quiso acercarlos al Islam.

Carta del Profeta al emperador bizantino Heraclio:

La carta fue llevada por Dihia Al Kalbi, que Al-lah esté complacido con él; Ibn Hayar en su libro Al Isaba registró sobre él: “Tenía buena apariencia, tanto que era tomado como ejemplo de la buena presencia de una persona”. Además de esta cualidad, era un jinete experimentado y conocedor de la cultura bizantina. Al Bujari registró en su Sahih el envío y el contenido de la carta que el Profeta le envió al emperador. ‘Adul-lah Bin ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, reportó que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le envió una carta a Heraclio en la que lo instaba a adoptar el Islam y que su mensajero fue Dihia Al Kalbi, a quien le señaló que le pidiera al gobernador de Bosra (al sur de Siria) que intercediera para que Heraclio lo recibiera. También relató que el texto decía: “En el Nombre de Al-lah, el Compasivo y el Misericordioso. De Muhammad Bin ‘Abdul-lah, siervo y Profeta de Al-lah, a Heraclio, emperador de los bizantinos. Paz con quienes siguen la guía [de Al-lah]… Te invito a seguir el Islam. Si lo haces, Al-lah te dará doble recompensa; pero si rechazas, tendrás la culpa de lo que suceda con los arrianos ; [y le mencionó lo que dijo Al-lah] {Di: "¡Oh, Gente del Libro! Convengamos en una creencia común: No adoraremos sino a Al-lah, no le asociaremos nada y no tomaremos a nadie como divinidad fuera de Al-lah". Pero si no aceptan digan: "Sean testigos de que nosotros solo adoramos a Al-lah"} [Corán 3:64]”.
Heraclio recibió la carta y la leyó. Además, se registró en la historia el famoso diálogo que hubo entre el emperador y Abu Sufian, quien para ese tiempo era uno de los enemigos acérrimos del Profeta. El soberano bizantino le pidió a Abu Sufian que le describiera y hablara de Muhammad; este, pese a que deseaba acabar con él y con su mensaje, no lo difamó, sino que le mencionó lo que todo mundo sabía y conocían del Enviado de Al-lah. Al escucharlo, dijo: “Si es verdad lo que me has dicho, ese hombre un día será dueño del suelo en el que estoy parado. Yo sabía del advenimiento de un Profeta, pero nunca me imaginé que fuera uno de ustedes. Si yo decidiera seguirlo, sacrificaría lo que fuera para encontrarme con él; y si lo viera, yo mismo le lavaría sus pies” (Bujari). Las palabras del emperador se basaban en las enseñanzas originales de Jesús que aún permanecen en el cristianismo, pues en ellas se anuncia la venida de otro Profeta y se describen algunas de sus características.

Pese a que el emperador Heraclio recibió la carta de buena manera, su gobernador Al Mundhir Bin Al Hariz Al Gassani (mejor conocido como Alamúndaro III, rey de los gasánidas, tribu árabe cristiana) la recibió con desprecio cuando se la entregó el emisario del Profeta, Shuya’ Bin Wahab, que Al-lah esté complacido con él. Luego de leerla la arrojó al piso y dijo: “Que se atreva a quitarme el reino”.

Carta del Profeta a An-Nayashi (Armah), rey de Axum:

Al Waquidi y otros registraron que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le envió una carta a An-Nayashi con ‘Amru Bin Umaia Ad-Damiri, en la que decía: “En el Nombre de Al-lah, el Compasivo y el Misericordioso. De Muhammad, el Profeta de Al-lah a An-Nayashy rey de Axum. Conviértete al Islam, que yo junto contigo alabo a Al-lah, no hay otra divinidad salvo Él, el Soberano Supremo, el Santísimo, el Salvador, el Dispensador de seguridad, el Custodio [de la fe] y el Todopoderoso. Testifico que Jesús, el hijo de María, es un espíritu creado por Él y Su Palabra [¡sé!] que depositó en la virgen María, quien quedó embarazada por voluntad de Al-lah, Quien le insufló el alma y lo creó de la misma forma como creó a Adán con Su Mano. Yo te invito a que creas que nada ni nadie merece adoración más que Al-lah, sin asociarlo con algo o alguien, a que lo obedezcas y me sigas, creyendo en lo que me fue revelado, pues yo soy el Profeta de Al-lah. Te invito a ti y a tu gente a que aceptes a Al-lah. Te he hecho llegar mi consejo, acéptalo. Paz con quienes siguen la guía [de Al-lah]”.

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