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‘A’ishah, la madre de los creyentes

‘A’ishah, la madre de los creyentes

 

Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, emigró de Meca a Medinah, estaba acompañado por Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él, (el padre de ‘A’ishah), quien tenía el mayor conocimiento sobre los Quraish, tanto de los aspectos positivos como negativos. Él era un honorable y muy conocido comerciante, a quien la gente acudía para buscar y ganar más conocimiento.
La madre de ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, se llamaba Umm Rumman Bint ‘Umair Bin ‘Amer, venía de los hijos de Al Hariz Bin Ganam Bin Ka’ab, y estuvo entre el primer grupo que abrazó el Islam. Ella había estado casada con ‘Abdullah Bin ‘Abdul Asad antes de casarse con Abu Baker, y tuvo un hijo de su primer esposo, llamado At-Tufail, y tuvo a ‘A’ishah y ‘Abdur-Rahman de Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él. Ella emigró a Medinah luego del establecimiento del Islam allí. Cuando murió, Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “¡Oh, Al-lah! Tú Sabes mejor cómo Umm Rumman fue herida por Tu causa y la causa de Tu Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam”.
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía confiar a ‘A’ishah bajo el cuidado de Umm Rumman, diciendo: “Oh, Umm Rumman, sé Buena con ‘A’ishah y consciente de mí por esta amabilidad”.
    
Ciertamente el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, amaba a la limpia y pura familia de Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él, porque él era un hombre que no necesitaba introducción alguna: su carácter y su linaje no eran algo sobre lo cual investigar.
El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pensó en proponerle matrimonio a ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, cuando Jawlah Bint Hakim Al Aslamiah, que Al-lah Esté complacido con ella, le dijo: “¿Qué dices sobre casarte con ‘A’ishah, la hija de Abu Baker?; él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, entonces movió su cabeza de forma afirmativa diciendo que sí. Entonces Jawlah fue donde Umm Rumman para contarle las buenas noticias, y dijo: “¡Oh, Umm Rumman, no te imaginas cómo Al-lah Ha bendecido tu hogar!”
Jawlah, que Al-lah Esté complacido con ella, dijo: “El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, me ha enviado a pedir a ‘A’ishah en matrimonio. Umm Rumman, que Al-lah Esté complacido con ella, dijo: “Espera por Abu Baker, él llegará pronto”.
    
Cuando Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él, regresó, Jawlah le dio las noticias y él dijo: “¿Es ella conveniente para él? Ella es su sobrina”. Jawlah entonces volvió donde el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le dijo lo que Abu Baker le había dicho. Entonces él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “Vuelve y dile a Abu Baker que él es mi hermano en el Islam y yo de él, y su hija es lo suficientemente buena para mí”.
Abu Baker pensó mucho en esto y luego fue donde Mut’am Bin ‘Udai, quien había pedido a ‘A’ishah en matrimonio para su hijo Yubair. Estas personas eran aún incrédulas. Cuando Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él, entró en su casa, ellos dijeron: “Oh, hijo de Abu Quhafah, tenemos miedo de que si nuestro hijo se casa con ‘A’ishah entonces ella lo convenza del Islam, y nosotros no queremos que eso pase”.
Abu Baker, que Al-lah Esté complacido con él, no respondió, sino que estaba muy complacido con eso. De este modo él estaba libre de su promesa y podía dar su total consentimiento para que se realizara el matrimonio bendito.     
‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, narró cómo se convirtió en esposa del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y dijo: “El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, vino a nuestra casa y mucha gente se reunió allí para verlo. Entonces mi madre vino a mí mientras yo estaba jugando, me llevó a la puerta donde el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba sentado. Yo estaba muy avergonzada y me derretía la timidez. Entonces mi madre me puso a lado del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y dijo: “Esta es tu esposa, que Al-lah la bendiga para ti y te bendiga para ella”. Entonces la gente dejó la habitación, y esa noche nada fue sacrificado por mí y yo tenía nueve años en ese tiempo”. A pesar de que ella era joven, ya era una muchacha madura que había alcanzado la pubertad. La gente describió a ‘A’ishah en el día de su boda diciendo: “Ella era una novia ágil, con los ojos muy abiertos, con el pelo rizado y un rostro resplandeciente”.
Mientras que Jadiyah, que Al-lah Esté complacido con ella, ya era una sabia y madura mujer cuando se casó con el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, era una joven animosa que aún tenía mucho que aprender cuando se casó con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Sin embargo ella era muy rápida para aprender porque tenía un corazón limpio, una mente rápida y una certera memoria. No tenía miedo de hablar para encontrar la verdad o hacerla conocer, y siempre que le ganaba a alguien en la discusión, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sonreía y decía: “¡Ella es la hija de Abu Baker!”
Musa Bin Talhah, que Al-lah Esté complacido con él, cierta vez dijo: “No he visto a alguien más elocuente que ‘A’ishah”. ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, se volvió tan sabia que unos de sus contemporáneos solía decir que si el conocimiento de ‘A’ishah fuese puesto en un lado de la escala y el de todas las demás mujeres en el otro, el lado de ‘A’ishah compensaría a los otros. Ella solía sentarse con las otras mujeres y les pasaba el conocimiento que había recibido del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Ella era una fuente de conocimiento y sabiduría tanto para las mujeres como para los hombres luego de la muerte del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y mientras ella vivió. Abu Musa, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Siempre que un reporte nos parecía dudoso y le preguntábamos a ‘A’ishah sobre él, siempre aprendíamos algo de ella al respecto”.
Además de ser extremadamente inteligente, ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, se convirtió en una joven muy agraciada. Cuando ella recién se fue a vivir a la casa del Profeta como una jovencita, una fuerte y duradera amistad creció entre ella y Sawdah; y Sawdah, que Al-lah Esté complacido con ella, cuidaba de ella junto con el resto de la casa. Cuando ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, creció, Sawdah, quien era para entonces una mujer vieja, renunció a su parte del tiempo del Profeta a favor de ‘A’ishah y estaba satisfecha de administrar su hogar y ser Umm Al Mu’minin, ‘la Madre de los creyentes’, un título de respeto que fue dado a todas las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo cual confirmó lo que el Corán claramente sostuvo: que ningún hombre podía casarse con ninguna de ellas luego de que ellas estuvieron casadas con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
{El Profeta es más importante para los creyentes que ellos mismos; las esposas del Profeta [deben ser respetadas como si fueran] las madres de ellos [y no podrán desposarlas jamás]…} [Corán 33:6]
Durante los nueve años que ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, estuvo casada con el Profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue testigo de muchos de los grandes eventos que marcaron el destino de la primera comunidad musulmana de Medinah Al Munawarah: fue durante el transcurso de su matrimonio que la dirección de la Qiblah fue cambiada de Jerusalén hacia Meca, distinguiendo de este modo más claramente a los musulmanes de los judíos y los cristianos. Fue durante el transcurso de su matrimonio que ella escuchó a muchos de los judíos, cristianos y adoradores de ídolos venir no a escuchar al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sino a discutir con él, con la esperanza de poder encontrar una excusa plausible para justificar su rechazo hacia él, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Fue durante tales intercambios que ‘A’ishah aprendió a distinguir lo verdadero de lo falso.
Mientras la guía profética continuaba siendo revelada mediante el profeta Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la forma de vida de ‘A’ishah, junto con la de todos los musulmanes, fue gradualmente moldeada y refinada. Fue durante el transcurso de su matrimonio que el consumo de alcohol fue finalmente prohibido, se aclaró qué comida era permitida (Halal) y cuál era prohibida (Haram), se hizo necesario para la mujer el uso del Hiyab en público y durante la oración, la guía sobre cómo ayunar fue revelada, el pago del Zakat se hizo obligatorio sobre todos los musulmanes y todos los ritos del Hayy fueron purificados y aclarados.
De hecho, todo aspecto de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte y todo lo que ocurre entre ambos, fue aclarado mediante la forma en que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, actuaba. Fue esta forma de conducta (la Sunnah) que ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, ayudó a preservar y proteger, no solo incorporándola en ella misma, sino también enseñándola a los demás.
La vida de ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, es una prueba de que una mujer puede ser mucho más instruida que los hombres y que ella puede ser maestra de eruditos y expertos. Su vida es también la prueba de que una mujer puede ejercer influencia sobre hombres y mujeres y brindarles inspiración y liderazgo; además es una prueba de que la misma mujer puede mantener su feminidad y ser una fuente de placer, alegría y consuelo para su esposo.

‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, pasó su vida con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, hasta que él murió en su regazo, sobre lo que ella dijo: “Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, murió entre mi pecho y mi cuello, entonces puse su cabeza sobre una almohada y la gente se quedó muy callada, mientras que yo estaba de duelo y sufriendo una profunda tristeza”.

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