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La clave es preguntar

La clave es preguntar

 

Hacer da’wah es una gran responsabilidad que requiere no solo conocimiento, sino también apertura y bondad. Y hacer da’wah a nuevos musulmanes es una responsabilidad aún más grande, ya que es difícil para los recién convertidos, quienes a menudo tienen poca información acerca del Islam, darse cuenta si están siendo o no guiados por las enseñanzas verdaderas de la religión. Ellos necesitan la información correcta para ser guiados en su viaje.
Las mujeres y el conocimiento religioso
 
No hay duda de que las mujeres musulmanas juegan un rol vital en la propagación y esparcimiento del entendimiento apropiado del Islam mediante la da’wah. La da’wah entre las mujeres comenzó en los primeros días del Islam con Jadiyah, la esposa del Profeta, quien usó sus medios para ayudar a esparcir el mensaje del Islam. Sumaiah, la primera mártir en el Islam, también provee un honorable ejemplo de una mujer dedicada a difundir la religión.
 
Pero, ¿cuántas mujeres tienen el entendimiento apropiado o incluso el conocimiento general correcto de su religión? ¿Cuántas mujeres musulmanas poseen las capacidades necesarias para hacer da’wah?
 
He escuchado las historias de mis amigas musulmanas americanas, algunas divertidas y otras angustiantes ya que veo cómo sufrieron al inicio de su viaje hacia el Islam debido a que sus hermanas musulmanas no tenían el conocimiento apropiado para ofrecerles consejos.
 
Una de mis amigas musulmanas americanas me dijo que cuando recién se convirtió al Islam, su esposo no era musulmán aún. Dos días después de que pronunciara la shahada, algunas hermanas musulmanas fueron a visitarla a su casa para ayudarla a tener una mejor comprensión de su nueva religión. Fue realmente absurdo para ella que la primera cosa que le aconsejaron fue que le pidiera a su esposo el divorcio porque él no era musulmán. Le dijeron que era prohibido en el Islam tener un esposo no musulmán y que ella debía separarse de él tan pronto como fuera posible, ya que de otro modo ella estaría cometiendo adulterio. Ciertamente que esas aseveraciones golpearon profundamente a mi amiga, pero su creencia firme en que una relación de matrimonio –particularmente la suya, que es una asombrosa historia de amor, hijos y afecto– es demasiado preciosa como para ser desechada tan fácilmente como aquellos precipitados y desconsiderados consejos lo sugerían. Por lo tanto, ella sintió que necesitaba remitir su caso a un experto en jurisprudencia, a un erudito auténtico.
 
Después de muchos esfuerzos, mi amiga pudo encontrar información para contactar a un prominente erudito musulmán, quien le dijo que ella tenía permiso legal para permanecer con su esposo no musulmán por unos cuantos meses antes de considerar la opción del divorcio. Fue grande la alegría que experimentó mi amiga al saber que su matrimonio no sería destruido ya que sentía que dos meses sería suficiente tiempo para ayudar a su esposo a convertirse.
Se suponía que mi amiga usaría, de la mejor y más efectiva forma posible, este tiempo para hablar con su esposo sobre los diferentes aspectos de la religión que había adoptado, los nuevos compromisos y obligaciones que conllevaba esta nueva afiliación, y responder las preguntas que él seguramente haría, esperando que mediante estos métodos y con la ayuda de Al-lah, el Todopoderoso, el corazón de su esposo se inclinara también hacia la creencia en el Islam. Y, ¿saben qué ocurrió? Ni bien pasó el primer mes, su esposo se convirtió al Islam y ahora, 5 años más tarde, él es un miembro activo en su comunidad musulmana.
Primero lo primero
Otra amiga musulmana americana, quien se convirtió al Islam hace 3 años, me dijo que las mujeres musulmanas de su área la confundían tanto con sus consejos cuando recién se hizo musulmana que lloraba todas las noches. “Yo era ignorante del Islam y luego descubrí cuán ignorantes eran ellas”, agregó, “yo estaba tan confundida y deprimida que lloraba todas las noches”.
“Una hermana me dijo que yo debía decir: ‘La ilaha il-la Al-lah, Muhamadan Rasulul-lah’ (No hay divinidad salvo Al-lah y Muhammad es Su Mensajero) 100 veces cada noche antes de dormir. Otra me dio una lista de súplicas y me dijo que las leyera 10 veces por la noche”, dijo otra amiga musulmana americana, agregando: “En mis primeros días en el Islam era difícil para mí aprender las bases de mi nueva religión y recitar el Corán en mis oraciones. No podía imaginar cómo sería capaz de hacer 100 du’as extras cada día”.
Otra mujer me dijo que una hermana musulmana le dijo que cada vez que ella tuviera relaciones con su esposo tenía que lavar las sábanas 7 veces. Una vez, su esposo la vio ir y venir de la lavandería más de 10 veces y le pareció muy extraño. “Él me preguntó qué estaba haciendo”, dijo mi amiga. “Cuando le dijo que tenía que lavar las sábanas 7 veces, estaba sorprendido y me explicó que eso no era cierto”.
“Yo estaba realmente confundida”, me estaba diciendo una hermana, “yo sabía que tenía que poner mis manos sobre mi estómago en la oración, pero otra me dijo que esto era incorrecto y que tenía que realizar la oración con mis manos pegadas a mis costados”.
“Una hermana pakistaní me dijo que está prohibido en el Islam barrer por la noche, y que si quería ir al Paraíso nunca debía agarrar la escoba por la noche”, dijo otra amiga americana. “Después de eso, las escobas me daban miedo, especialmente por la noche”, agregó.
Las nuevas musulmanas enfrentan esta clase de confusiones y desinformación de las musulmanas de nacimiento sobre el tema de las diferencias entre las escuelas. Lastimosamente, algunas hermanas musulmanas no comprenden que las diferencias de opiniones en temas secundarios (Furu’) no pretenden restringir a las personas sino proveerles diferentes caminos. Sin embargo, ellas les dicen a las nuevas hermanas musulmanas que deben seguirlas, creyendo que todo lo que sostienen las opiniones es obligatorio.
“Al final te encuentras confundida por las muchas opiniones de mujeres que no conocen la diferencia entre lo obligatorio (fard), la Sunnah (las prácticas del Profeta) y lo recomendable (mustahab)”, recalcó otra conversa.
 
No estoy segura si todas las mujeres musulmanas conversas al Islam enfrentan esta clase de problemas, pero una cosa de la que estoy segura es que una mujer soltera es más vulnerable a esa clase de experiencia que las casadas que tienen esposos musulmanes para ayudarlas.
 
El factor principal detrás de este problema es que algunas mujeres musulmanas no tienen la capacidad para hacer da’wah a otras porque sus propios recursos de conocimiento islámico es insuficiente. Una causa adicional del problema es que algunas mujeres musulmanas confunden las prioridades islámicas; por lo que, desafortunadamente, no pueden reconocer la diferencia entre la religión y las tradiciones.
La clave es preguntar
 
El Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, advirtió sobre hacer da’wah hablando de temas de los cuales no estamos lo suficientemente interiorizados. No es vergonzoso admitir que no sabemos, porque no se supone que debamos tener una respuesta para toda pregunta.
 
Yabir, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “Un grupo de Compañeros estaban en un viaje y uno de ellos se hirió. Más tarde, el hombre herido tuvo un sueño húmedo por lo que les consultó a sus compañeros: ‘¿Puedo realizar el taiammum (la ablución seca)?’ Ellos dijeron: ‘No, no si tienes agua’. Así que realizó el gusul y murió por complicaciones causadas por haber entrado en contacto con el agua. Después, cuando ellos se presentaron ante el Mensajero de Al-lah, le informaron sobre el incidente. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, se disgustó y dijo. : ‘Ellos lo mataron. Que Al-lah los mate. ¿Por qué no preguntan si no saben? La salvación de la ignorancia está en hacer preguntas. El hombre pudo haber envuelto su herida con algo limpio y lavar el resto de su cuerpo’”. [Abu Dawud]
Antes de empezar a educar a otros debemos educarnos a nosotros mismos.
 
 

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