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Francia, entre el aumento de las violaciones y la prohibición del uso del Hiyab

Francia, entre el aumento de las violaciones y la prohibición del uso del Hiyab

Hace pocos años se publicaron estadísticas del Ministerio del Interior francés, en las que se indicaba que el número de violaciones en un año en Francia es de aproximadamente 4.412 casos reportados; lo que significa que, más o menos, se está violentando a una mujer en ese país cada dos horas. Las mujeres francesas, principalmente las jóvenes parisinas, viven bajo la zozobra porque en cualquier momento pueden ser víctimas de la violencia, que en muchos casos llega a la violación, cuando están de regreso a sus casas, en especial durante la noche. Esta notica causó conmoción nacional en todo el territorio y se robó las portadas y páginas principales de periódicos y revistas a nivel nacional, además de ser el tema principal en noticieros y programas de opinión.

Estas estadísticas fueron reveladas precisamente en el momento en el que se estaba lanzando el libro de Clémentine Autain, adjunta de la alcaldía de París y encargada de la juventud en la administración de Bertrand Delanoë. En este libro revela el ultraje del que fue víctima cuando era una estudiante en la Universidad de París, quien fue amenazada con un cuchillo para que su victimario pudiera cumplir con su cometido.
Los reportes policiales señalan que gran parte de los casos de abuso sexual se dan en la zona norte de la ciudad, en aparcamientos de automóviles, parques públicos y lotes baldíos, y que las mujeres son atacadas no por un solo hombre, sino por grupos de dos o más de ellos, quienes por lo general las amenazan con armas blancas. Estos mismos reportes indican que los esfuerzos policiales son insuficientes para contener este crimen que va en aumento día a día y que, pese a que se ha destinado una fuerza especial de mujeres policías para que ayuden a quienes han sido agredidas, el número de casos denunciados no son todos los que en realidad se dan, ya que muchas mujeres prefieren guardar silencio por miedo o por vergüenza. Algunas mujeres llaman o van a buscar apoyo en la “Asociación de mujeres contra el abuso sexual”, la cual se fundó específicamente para ayudar a las víctimas de violaciones. Pero, según asegura la encargada de esta asociación, solo una de cada 10 se atreve a denunciar su caso ante la policía, lo que indica que el número de violaciones reales es mucho mayor que el que aparece en las estadísticas.
Por otro lado, además del incremento de las violaciones en contra de la mujer, occidente es víctima y victimario de otro tipo de crímenes sexuales, como la trata de blancas y el turismo del sexo, “industrias” que representan ingresos millonarios y que han llevado a países como Canadá a que persiga, incrimine y condene a sus ciudadanos aunque estos hayan cometido sus crímenes fuera de sus fronteras, pues la mayor parte de las víctimas de esta industria infame son niños, niñas, jóvenes y jovencitas provenientes de los países pobres y en vías de desarrollo.
Los hechos y la dura realidad por la que están pasando países como Francia, respecto a lo anteriormente mencionado, le quita cualquier validez a la idea que ellos mismos han fabricado de que la libertad sexual y toda la maquinaria que se ha creado a su alrededor es la mejor arma en contra del acoso y abuso sexual. Pero además, demuestran con claridad la falta de valores que está sufriendo el mundo, en especial Occidente, debido al materialismo extremo y al desbalance en la tabla de valores.
Francia, pese a que muchos de sus estudiosos, filósofos, políticos y escritores, han reconocido que la solución definitiva a todos sus problemas de conducta, comportamiento y pérdida de valores está en las enseñanzas islámicas al respecto, en vez de adoptar lo que el Islam propone para establecer una sociedad libre de todo mal, prohibió que las estudiantes musulmanas usaran su Hiyab en sus escuelas, sin mencionar que esto es un atentado a las libertades individuales de cada persona.
Y qué decir de lo que sucedió en Australia cuando uno de los líderes religiosos musulmanes señaló en una de sus clases a puerta cerrada, ni siquiera en público, que el hecho de que la mujer exhiba su cuerpo frente a los demás es una causa de que las violaciones en su contra estén en aumento; en ese momento todo mundo se enfureció en su contra, y los medios de comunicación no dejaron de transmitir reacciones contrarias a las afirmaciones de este líder. Esto pasó en Occidente, parte del mundo que se vanagloria con el eslogan de la “libertad de expresión”, pero en realidad esto solo se aplica cuando alguien arremete en contra del Islam y los musulmanes. Cuando alguien hace un reclamo, dicen: “todo mundo tiene derecho a expresar lo que piensa”; pero, cuando un musulmán señala o dice algo que no complace a Occidente, ahí sí todo mundo le cae encima y lo obligan a retractarse porque él no puede decir eso, él no tiene el derecho de expresar libremente lo que opina o cree… qué justicia.
Las estadísticas son claras, no solo en Francia sino en todo el mundo, la realidad y actualidad hablan por sí solas, hay una falta de valores en la sociedad que la ha hundido en su perdición. Pero esto no cambiará si el sistema político mundial no cambia.
 

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