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Él Islam y la cultura

El Islam y la cultura

El desafío de la juventud musulmana 

Antes de la llegada del Islam Arabia era una tierra con prácticas culturales inmorales. El infanticidio femenino, la adoración de ídolos y sangrientas luchas tribales eran la norma. Cuando se les decía que dejaran esos actos, los árabes solían decir: “¿Y abandonar las costumbres de nuestros padres?” Cuando el Profeta Ibrahim, la paz sea con él, le preguntaba a su gente cómo era posible que adoren estatuas inertes, su único intento de explicación lógica era decir (lo que se interpreta en español): {Pero esto es lo que adoraban nuestros padres [y nosotros los imitamos].} [Corán 26:74]
 
El fracaso de muchas naciones fue rechazar el mensaje de Al-lah para seguir las desviaciones de sus ancestros: {Y cuando se les dice: Acercaos a lo que Al-lah Ha revelado y al Mensajero, dicen: Nos es suficiente con lo que nos transmitieron nuestros padres, aun cuando sus padres no sabían nada ni estaban bien encaminados.} [Corán 5:104]
 
Por más irracional que nos parezca esta actitud, esto ha sido algo común desde los tiempos del Profeta Ibrahim, la paz sea con él, hasta los del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y se mantienen incluso hasta hoy.
 
Pero, seguir tradiciones culturales perversas no es sólo un problema de los idólatras y otros incrédulos. Hoy vemos que mezclar el Islam con costumbres desviadas crea una combinación peligrosa que resulta en la negación de los derechos de la mujer, asesinatos por deudas de sangre y, entre las sectas más radicales, prácticas que bordean la idolatría.
La cultura es una fuerza poderosa. Cuando la cultura se mezcló con el cristianismo, la idolatría y la adoración a los santos se convirtieron en algo básico de esa religión. Ya sea en Roma, en China o en América Central, en cualquier lugar donde llegaban los misioneros o los conquistadores cristianos, la cristiandad misma se alteraba para formar parte de la cultura local.
 
Al-lah Prometió Preservar Su religión de tal corrupción, pero es nuestra obligación preservar nuestras personas.
 
En un menor grado, vemos el mismo problema en nuestras comunidades. En el Medio Oriente vemos que el apego a las tradiciones culturales con frecuencia oscurece las enseñanzas de la religión. En Arabia Saudí las mujeres tienen prohibido conducir, así es que recurren a ser pasajeras de chóferes hombres contratados. Estar a solas con un hombre ajeno es algo islámicamente ilícito, mientras que el hecho de que una mujer conduzca no lo es. Pero la presión cultural para evitar la independencia de las mujeres sobrepasa a las prescripciones del Islam.
 
Así también en Occidente, la presión hacía lo que llaman “modernidad” resulta en otras distorsiones. En nuestros esfuerzos por posicionar el Islam en la cultura occidental moderna, frecuentemente caemos en la trampa de distorsionar los textos para someterlos a nuestros deseos. Muchas veces empezamos con el resultado final –¿Qué debería decir el Islam para que sea culturalmente aceptable en Occidente?– y luego avanzamos hacia atrás buscando lo que nos conviene.
Como jóvenes musulmanes estamos divididos entre los dos extremos, los cuales están equivocadamente influenciados más por la cultura que por el Islam. Si queremos ser creyentes sinceros no debemos caer ciegamente en el camino más fácil, que sería el de seguir la cultura que está prevaleciendo en un momento dado. El Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, estableció en un Hadiz que el Islam: “Empezó como algo extraño y retornará como algo extraño, así es que ¡buenas Nuevas para los extraños!”
 
Es nuestra responsabilidad buscar el conocimiento sobre el Islam desde sus fuentes auténticas, de manera que estemos bien equipados para filtrar todos los mensajes que nos mandan los medios de comunicación (musulmanes o no), los medios académicos, los políticos y los miembros de la comunidad en general.
 
Debemos estar dispuestos a someternos ante lo que el Islam realmente quiere de nosotros, en vez de querer someter el Islam a lo que deseamos de él.
 
Aquí, en los Estados Unidos, es especialmente importante que no nos engañemos creyendo el mito de que nosotros, a diferencia de nuestros padres inmigrantes, estamos inmunes a la cultura que nos rodea. Que como juventud musulmana americana somos culturalmente neutrales, por lo menos, desprovistos del bagaje cultural distorsionado de la generación de nuestros padres. Que de alguna manera, por experimentar una amalgama de rasgos culturales inmigrantes, indígenas e Islam, estaremos exentos de las desviaciones culturales.
 
El hecho es que hemos nacido y crecido en esta sociedad, rodeados por la política, la cultura pop y otras normas sociales y, a pesar de los desesperados intentos de nuestros padres y demás mayores de nuestra comunidad, nuestra conciencia e identidad están inevitablemente influenciados por la cultura occidental en la que vivimos. Esto hace que el desafío sea doble: filtrar lo que oímos de los demás y estar pendientes de nuestros propios estereotipos culturales. Lograr esto requiere nuestras más sinceras intenciones y plegarias constantes pidiendo guía.
 
Vivimos tiempos difíciles, envueltos en mucha confusión, y la única fuente de claridad y estabilidad proviene de Al-lah mismo.
 

Así como nuestros queridos profetas Abraham y Muhammad, pido a Al-lah que nos Dé la fortaleza y la sinceridad para elegir el verdadero sometimiento a Él por sobre cualquier estereotipo cultural opuesto al Islam.

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