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¿Quieres la salvación? - III

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 El temor que buscamos


Aquí debemos aprender una importante lección: el temor no debe ser un objetivo en sí mismo, sino un medio para llegar al objetivo. Cuando se logra alcanzar ese objetivo –la complacencia de Al-lah, el Todopoderoso–, el temor ya no es necesario. No hay temor alguno entre la gente del Paraíso ni tristeza. El temor está relacionado con las acciones, mientras que el amor está relacionado con la creación y sus atributos. El temor verdadero y digno de alabanza es aquel que aleja a la persona de las cosas que Al-lah ha prohibido. Sin embargo, cuando el temor sobrepasa sus límites, puede traer el desaliento y la desesperación. Abu ‘Uzman, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “El temor sincero es una protección de los pecados, tanto secretos como manifiestos. También escuché al Shaij del Islam, Ibn Taimiah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, decir: ‘El temor digno de alabanza es aquel que te aleja de aquello que Al-lah ha prohibido’”. [Madariy As-Salikin de Ibn Al Qaiem]


La pregunta embarazosa

Ahora que conoces algunos incidentes sobre el Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, sus nobles Compañeros, que Al-lah esté complacido con todos ellos, así como de los virtuosos predecesores, tienes que preguntarte a ti mismo: ¿Por qué ellos eran timoratos mientras que nosotros no lo somos? ¿Por qué ellos tenían un gran temor de Al-lah a pesar de que actuaban con sinceridad? ¿Por qué no tememos a Al-lah de la misma manera a pesar de que actuamos con negligencia en muchos aspectos? Aquí tienes la respuesta para estas preguntas. Debes saber que existen razones para este temor que no salieron ni del corazón ni de las mentes de aquellas personas. Tales razones los posicionaron en estos niveles tan elevados del temor de Al-lah, el Todopoderoso. Cuando descuidamos esas razones, nuestros corazones se endurecen y se tornan desatentos del objetivo para el cual fuimos creados.

Una de las razones más importantes es el descuido del corazón de las escenas de la otra vida, tanto de aquellas de felicidad como de aquellas de miseria. Ser narró que Handhalah, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alaihi wa sallam, solía hablarnos sobre el Paraíso y el Infierno, y era como si los pudiésemos ver con nuestros propios ojos”.

Por lo tanto, tu corazón debe saber acerca de ese día mientras estás en este mundo, para que así esté al tanto de lo que ocurrirá. De esta manera el corazón está alerta y preparado, y en consecuencia se llena del temor de Al-lah, el Todopoderoso, Quien resucita a los muertos; y a Él pertenecen todos los asuntos.

Podrías comenzar escuchado algunas grabaciones sobre la otra vida, realizadas por predicadores conocidos por llamar la atención sobre temas relacionados con Ar-Raqa’iq (narraciones o relatos que ablandan el corazón). También podrías conseguir un libro que describa las escenas del más allá.
Otro importante medio que ayuda a desarrollar el temor de Al-lah, el Todopoderoso, es el recuerdo frecuente del Hadiz Qudsi: “Por Mi poder, no combinaré en Mi siervo dos temores ni dos seguridades; porque si él Me teme en este mundo, haré que se sienta seguro el Día de la Resurrección; y si él se siente seguro acerca de Mí [no Me teme] en este mundo, lo aterrorizaré el Día de la Resurrección” .

Cada vez que te propones a realizar un acto de desobediencia o a descuidar un acto de obediencia, debes recordar este hadiz, el cual nos dice que la seguridad y la tranquilidad en la otra vida sólo serán para aquellos que temieron a Al-lah en esta vida mundana. Tienes que recordar este hadiz, tal vez así tu corazón pueda ablandarse y tu ego se vuelva humilde y sumiso.

La conclusión, por Al Ishbili:

Quizás las palabras de Al Ishbili, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, puedan ser una guía para ti: “Puede que consideres realizar dos Rak’ahs en una noche en la que recites uno o dos Hizbs (porciones) del Corán, algo largo; o puede que no seas capaz de caminar una milla con el fin de satisfacer la necesidad de un musulmán. Sin embargo, te enfrentarás a ese largo día y esas grandes dificultades. Aquel día será corto sólo para aquellos que se esforzaron al máximo para complacer a Al-lah, el Todopoderoso, y será fácil sólo para aquellos que experimentaron dificultades por la causa de Al-lah.

Puede ser que hasta si llegas a realizar esas dos Rak’ahs una noche, no serás capaz de realizarlas a la siguiente. Quizás cuando satisfagas la necesidad de un musulmán una vez, escaparas de hacerlo una segunda ocasión y se convertirá en algo molesto y aburrido. Sin embargo, no tienes problema en caminar una, dos o más millas por asuntos insignificantes. No obstante, si reflexionas en tus asuntos y piensas en lo que se espera de ti, verás que muchos asuntos difíciles se vuelvan fáciles para ti, y que muchas cosas lejanas se te acercan. Por tanto, debes trabajar en estos días cortos y durante esta vida corta, para los días largos y la vida larga [por venir]”.

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