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La libertad de la mujer bajo la sombra del Islam

La libertad de la mujer bajo la sombra del Islam

 

El Islam  dotó a la mujer con una sublime posición y un gran rol social. Hay muchas pruebas mencionadas en el Corán, la Sunnah y en la biografía de los califasejemplaresque confirman esta actitud, aunque la mujer sufrió las desviaciones de la gente en las últimas etapas, debido  a que se quisieron aplicar hábitos y costumbres opuestas a la Shari‘ah. La religión no tiene ninguna culpa de esto como pretenden los calumniadores.

 

Aquí, sólo  hablaremos de la libertad de la mujer bajo la autoridad política,  familiar y   científica. Insistimos en el término "autoridad" porque en la mayoría de los casos, impide la libertad, ya sea por la fuerza o la intimidación.

 

 

 

En el ámbito de la libertad de la mujer, bajo la autoridad de Al Wali (el padre u otra persona), el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: " Pedid   permiso a las mujeres respecto al matrimonio."   dijeron: "Le da vergüenza a la virgen responder". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam,  dijo: " Su silencio expresa su consentimiento." Narrado por Ahmad y An-Nasa’i, que Al-lah les dé Su perdón. Este Hadiz ordena a Al Wali consultar a la mujer (su protegida) respecto al matrimonio.

 

Y en cuanto a la aplicación práctica de la libertad de elegir nos llegó lo siguiente:

 

Una joven vino al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y le dijo: "Para poder ascender socialmente, mi padre me casó contra mi voluntad con un sobrino suyo.". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, llamó a su padre, y dejó la decisión en manos de la joven. Ésta dijo: "¡Mensajero de Al-lah! Acepto el accionar de mi padre, pero solamente quería que las mujeres supieran que los padres no tienen el derecho a casarnos sin nuestro consentimiento". Narrado por Ahmad y An-Nasa’i, que Al-lah les dé Su perdón. ¡Cuánta fuerza tiene la personalidad de esta mujer! ¡Cuánto cuidado da el Islam a su derecho de escoger a su marido!

 

La situación no se ha limitado a Al Wali solamente, sino que alcanzó al Califa, al Emir de los creyentes y Gobernante del país. Había una vez una mujer que le refutó al Emir de los creyentes, ‘Umar, que Al-lah esté complacido con él, delante de la gente, cuando él quería limitar la dote de las mujeres, diciendo: "¡Ibn Al Jattab! no tienes el derecho de hacer esto, ya que Al-lah, Glorificado Sea, Dice (lo que se interpreta así en español): {y le habéis dado una gran dote} (literalmente: un cántaro lleno de oro)[Corán 4:] ¿sabes a qué equivale una gran dote (un cántaro lleno de oro)?" Entonces, ‘Umar, el Emir de los creyentes dijo: "Una mujer dijo lo correcto, mientras que ‘Umar se equivocó".

 

Una vez, Jawlah bint Za‘labah, que Al-lah esté complacido con ella, dijo al emir de los creyentes: "¡‘Umar! ¡levántate!". Él se puso de pie, luego, se acercó a ella y le escuchó. Ella habló con él por mucho tiempo y le dijo con firmeza: ¡ Hey ‘Umar! ¿Qué te pasa? Te conozco desde que te llamaban ‘Umair (es el diminutivo de ‘Umar, cuando ‘Umar era niño), y desde que arreabas el ganado en el mercado de ‘Ukadh (de joven). Los días pasaron, y ahora ya te llaman Emir de los creyentes. ¡Teme, pues,  a Al-lah respecto a los súbditos y haz de conocer que a quien tema el castigo se le hará más fácil toda dificultad, y que quien teme de la muerte, debe temer el descuido!". En este momento, Al Yarud le dijo a ella: ¡Mujer! te propasaste con el Emir de los creyentes". ‘Umar, que Al-lah esté complacido con él,  le dijo: "Déjala". [Al-Sirah Al Halabiyyah 2/724].

 

 

 

Así, la mujer disfrutaba de plena libertad, incluso con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a quien toda la gente obedecía con amor y deseo de satisfacerle. Pues una mujer podía tranquilamente debatir con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam...

 

También, es muy conocida la historia de Jawlah bint Za‘labah,  que Al-lah esté complacido con ella, en referencia a la cual fue revelada la sura de Al Muyadalah (La Discusión)  para acceder a su petición y resolver su problema y el de cualquier mujer que sufra lo mismo que Jawlah sufría.

 

Fue narrado bajo la autoridad de Ibn ‘Abbas, que Al-lah esté complacido con él, que Mugiz, que Al-lah esté complacido con él, que era esclavo, dijo: "¡Mensajero de Al-lah! Intercede por mí ante ella (se refiere a Barirah que era su esposa, que al ser liberada, pidió el divorcio)". El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo: " ¡Barirah! Teme a Al-lah, ya que es tu esposo y el padre de tu hijo." Ella dijo: "¡Mensajero de Al-lah! ¿Me estás ordenando que lo haga?" El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "No, estoy intercediendo." En este momento, las lágrimas de Mugiz caían de sus mejillas, y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo a Al ‘Abbas: "¿No te asombra ver, cuánto Mugiz ama a Barirah, y cuánto ella lo detesta?" Fue narrado por Abu Dawud, que Al-lah le dé Su perdón.

 

 

 

 La causa del asombro no reside en la insistencia de Barirah en rechazar a su esposo, a pesar de la intercesión del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sino que en su entendimiento preciso y su capacidad de distinguir la revelación, a la que debe someterse, de las actitudes humanas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, que le daban a ella el derecho de elegir.

 

 

 

Además, las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, debatían libremente con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Fue narrado bajo la autoridad de ‘Umar, que Al-lah esté complacido con él, que dijo: (Una vez, cuando me enfadé con mi esposa, ella discutió conmigo; y entonces, la censuré por este acto, como hacían los árabes en Al Yahiliyyah. Ella dijo: "¿Por qué no aceptas que discuta contigo? Por Al-lah, juro que las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, discutían con él y se negaban a hablarle desde la mañana hasta la noche." Entonces, fui inmediatamente a Hafsah, que Al-lah esté complacido con ella, y le dije: "¿Discutíais con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam?" Ella respondió: "Sí". Él dijo: "¿Y le negabais la palabra desde la mañana hasta la noche?" Dijo: "Sí"). Fue narrado por Ahmad, que Al-lah esté complacido con él.

 

La libertad de la mujer bajo la sombra del Islam superó aquellos límites, llegando a debatir sobre la Revelación misma.

Cuando Umm Salamah, que Al-lah esté complacido con ella, sintió que la Revelación dirigiera sus palabras a los hombres solamente, se dirigió rápidamente al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, diciendo: "¡Mensajero de Al-lah! Los hombres se mencionan en la Hiyrah, mientras que nosotras no".  Y entonces, se reveló la aleya en la que Al-lah, Glorificado Sea, Dice (lo que se interpreta así en español): {Y su Señor les Responde: No Dejaré que se pierda lo que haya hecho ninguno de vosotros, sea varón o hembra. Unos procedéis de otros.} [Corán 3:195]. Fue narrado por Al Hakim en Al Mustadrak, y por At-Tabari, que Al-lah les dé Su perdón, en At-Tafsir

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