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María la egipcia

María la egipcia

 

Es una necesidad histórica mencionar la presencia de María la copta cerca del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y de su familia.
De no haber sido por la carta del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, al Muqawqis, el gobernador de Egipto, no existiría ninguna mención sobre María en la historia del Islam.
El Muqawqis residía en Alejandría, tomó esta ciudad como su cuartel general. Él ejercía el liderazgo religioso y político sobre los egipcios coptos, a pesar de la ocupación romana en sus tierras y la usurpación de la voluntad de los egipcios por muchos años.
La iglesia entonces se dividió en grupos de acuerdo a la creencia, conducta y rituales: la iglesia occidental bajo el liderazgo de los romanos y la iglesia oriental bajo el liderazgo de los patriarcas y obispos. El Muqawqis pertenecía al último grupo.
Fue Habit Ibn Abu Balta’ah quien fue enviado con la carta del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, al Muqawqis. Todas las cartas que fueron enviadas a diferentes reyes y gobernadores tenían el mismo contenido.
El Muqawqis recibió al enviado del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, recibió la carta y la leyó. Él hospedó y honró al enviado, pero no aceptó el mensaje del Islam. Luego envió algunos regalos con él al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
María era una muchacha copta de una aldea de Egipto. Su nombre era Ansana. Era hermosa y de pelo rizado. Se decía que su madre era de ascendencia romana y que esa era la razón de su piel blanca.
En Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la llevó consigo. Primero la puso a vivir en las habitaciones de sus esposas. Estaba muy encariñado con ella por lo que pasó dos o tres noches en su casa. Eso hizo que sus otras esposas se pusieran muy celosas de ella. Entonces él la llevó a vivir a un lugar en las afueras de Medina, llamado Al ‘Aliah, y ahí la visitaba.
María abrazó el Islam y practicaba la religión excelentemente. Esto hizo que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la amara más.
A continuación veremos el rol que María jugó en el hogar del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Dicho rol tiene dos dimensiones: las leyes islámicas y las implicaciones sociales.
Observemos lo que ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, la Madre de los creyentes, nos narra acerca de la historia de María.
‘Amrah bint ‘Abdur-Rahman Al Ansariah narró de ‘A’ishah, que Al-lah Esté complacido con ella, que ella dijo: “Nunca estuve celosa de ninguna mujer como lo estuve de María. Esto es porque ella era hermosa y de pelo rizado. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba muy encariñado con ella. Cuando ella recién llegó, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, la llevó a vivir a la casa de Harizah Ibn Nu’man. Luego se hizo nuestra vecina. Él solía pasar con ella la mayor parte de la noche y del día hasta que se cansaba o ella se cansaba. Luego la transfirió a Al ‘Aliah, donde la visitaba frecuentemente. Y eso nos inquietaba terriblemente”.
María quedó embarazada, mientras que ninguna de las esposas del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, había quedado embarazada desde que él llegó a Medina. Él estaba feliz por eso y su amor y afecto por ella aumentó. Estaba con ella constantemente.
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: “El ángel Gabriel vino y me informó que Al-lah Ha exonerado a María y a su pariente, y que ella ha concebido un hijo mío y que él se parecerá a mí más que nadie. Él también me ordenó llamarlo Ibrahim y me llamó ‘Abu Ibrahim’”.
María dio a luz a un niño. El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo llamó Ibrahim como una forma de buscar bendiciones con el nombre de su ancestro el Profeta Ibrahim, la paz sea con él. Esto fue en el mes de Dhul Hiyah, el octavo año después de la Hiyrah.
El octavo año de la Hiyrah fuel el año de la conquista de Meca. Esta fue la ocasión en que la Casa Antigua fue purificada de la inmundicia de las estatuas y el último bastión del politeísmo fue erradicado de la Península Arábiga. Esta fue la ocasión en la cual cayó el velo del politeísmo que había cegado a Quraish por muchas generaciones, desde su desviación del monoteísmo puro de los Profetas Ibrahim e Ismail, la paz sea con ellos.
La alegría del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, por el nacimiento de su hijo Ibrahim fue grande. Esta alegría aumentaba día con día en su corazón, por lo que visitaba a María en días y turnos que no eran los suyos para así ver a su hijo, mientras este crecía con el paso de los días. Él lo cargaba sobre su pecho y le hablaba. Era realmente un padre como ninguno. Ciertamente era un modelo a seguir.
No olvidemos cómo jugaba con su hija Umamah, hija de Zainab o cómo la cargaba en su espalda mientras rezaba o su amor y afecto por Hasan y Husain, hijos de Fátima, la paz sea con ellos.
No olvidemos cómo el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se bajó del púlpito cuando vio a Husain entrando a la mezquita y tropezándose con su ropa larga, lo cargó y volvió al púlpito a completar su sermón.
No podemos olvidar todo eso. Entonces imaginemos, a la luz de estos incidentes memorables, cuán fuertemente el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba unido a su hijo Ibrahim, especialmente después de haberlo visto crecer hasta los 18 meses y haberlo visto caminar y hablar.
Sí, él era el fruto de su corazón y su propio hijo. Pero …{ Muhammad no es el padre de ninguno de vuestros hombres, sino el Mensajero de Al-lah y el sello de los Profetas…} [Corán 33:40]
Este verso fue revelado por una razón específica relacionada con Zaid Ibn Harizah, pero –por lo que a mí concierne, y Al-lah Sabe mejor– es el anuncio de una regla divina: que el Sello de los Profetas no tendría ningún hijo varón que viviera después de él.
Cuando Ibrahim tenía 18 meses de edad, sufrió una fiebre. Ningún remedio le hizo bien. Respiró su último aliento en los brazos de su padre y su alma partió hacia su Creador.
Las mujeres rompieron en llanto en solidaridad con el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
En la tumba de su hijo sus ojos se llenaron de lágrimas y no dijo nada más que esto: “Los ojos vierten lágrimas y el corazón se aflige. Estamos tristes por tu partida, oh, Ibrahim. Y no diremos nada excepto lo que complace a Al-lah”.
A pesar de esta tragedia el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, nunca olvidó que era un Profeta. ¡¿Cómo podía olvidar eso?!
En el mismo momento que su hijo murió hubo un eclipse de sol. Pero eso no fue a causa de la muerte de su hijo, sino que fue una coincidencia. Sin embargo, algunas personas dijeron: “¡El sol se eclipsó por la muerte de Ibrahim!”. Cuando el Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, escuchó esto, rápidamente anunció: “El sol y la luna son dos de los signos de Al-lah. Ellos no se eclipsan por la muerte o por la vida de nadie”.
María, que Al-lah Este complacido con ella, vivió por muchos años después de la muerte del Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Abu Baker solía pagar su manutención, y después de Abu Baker lo hizo ‘Umar, que Al-lah Esté complacido con ellos.
En el año 16 de la Hiyrah Al-lah la llevó de este mundo.
Al Waqiqi dijo: “Ella murió en Muharram en el año 16 de la Hiyrah. ‘Umar, que Al-lah Esté complacido con él, reunió a las personas para presenciar su funeral. Él dirigió la oración para ella hasta que fue enterrada en Al-Baqi”.

Que Al-lah Esté complacido con ella y la Haga habitar en el lugar más alto del Paraíso.

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