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Él ascetismo del Profeta respecto a los placeres de la vida mundana

El ascetismo del Profeta respecto a los placeres de la vida mundana

El ascetismo en realidad consiste en renunciar a algo, y no se puede calificar de asceta sino a quien le es fácil hacer algo de sus asuntos, pero renuncia a ello y lo deja por abstinencia; pero a quien no se le hizo fácil, no se puede decir que es ascético en tal asunto. Por eso, muchos de los Salaf dijeron que ‘Umar ibn ‘Abd Al ‘Aziz era más abstinente que Uways, que Al-lah les dé Su perdón. Malik ibn Dinar, que Al-lah le dé Su perdón, dijo sobre sí mismo: “La gente dice que Malik es asceta, aunque el asceta es ‘Umar ibn ‘Abd Al ‘Aziz, es decir que es el verdadero asceta, ya que la vida mundana estaba entre sus manos y a su disposición pero él no le prestó atención.”

Nuestro Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, era el más ascético en esta vida y el que la deseaba menos; le bastaba de ella con su misión, y le satisfacía la vida austera, obedeciendo a lo que Al-lah, Alabado Sea, Dice (lo que significa): {Y no dirijas tu mirada hacia los placeres que Hemos dado a algunos de ellos como flor de la vida de este mundo para ponerlos a prueba. Y la Provisión de tu Señor es mejor y más duradera.} [Corán 20:131] Todo eso aunque las riquezas de la vida estaban entre sus manos, y aunque era el más honrado de entre las criaturas ante Al-lah, y si quería, Al-lah le Convertiría los montes en oro y plata.
El Imán ibn Kazir, que Al-lah le dé Su Perdón, citó en su Tafsir bajo la autoridad de Jayzamah, que Al-lah esté complacido con él, que fue dicho al Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam: “Si quieres que te demos los tesoros de la tierra y sus llaves, lo que nunca hemos dado a ningún profeta antes de ti, ni vamos a dárselo a nadie después de ti, y esto no reducirá nada de lo que tienes guardado junto a Al-lah.” Pues dijo: “Juntádmelo todo en la Última Vida.” Por eso Al-lah, el Altísimo, reveló la aleya (que significa): {¡Bendito sea Aquel que si Quiere te Dará algo mejor que todo eso: Jardines por cuyo suelo corren los ríos. Y alcázares! } [Corán 25:10]
En cuanto a la vida del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, y su modo de vivir, eso era algo increíble. Abu Dhar, que Al-lah esté complacido con él, dijo en un Hadiz narrado por Al Bujari, que Al-lah le dé Su perdón: “Caminaba con el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, por la Harrah (un lugar en Medina), y llegamos al monte de Uhud, así que él dijo: ‘¡Abu Dhar!’ Le dijo: ‘¡A tus órdenes, Mensajero de Al-lah!’ El Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "No me gustaría, si tuviera oro equivalente al tamaño de Uhud, que me quedara aun un dinar de él después de tres días, excepto un poco ahorrado para gastarlo en el Camino de Al-lah, y el resto lo gastaría para los musulmanes pobres, pues los más ricos en esta vida, son los que tienen menos recompensas el Día del Levantamiento, excepto los que dan limosnas de sus bienes, y éstos son pocos.” 
También, decía en una de sus súplicas: “¡Oh Al-lah! Haz que la provisión de la familia de Muhammad les sea suficiente día a día sin sobrar–y en otra narración –sea como un sustento mínimo.” Un día, ‘Umar, que Al-lah esté complacido con él, entró a verlo, y encontró que estaba tendido sobre la arena y una estera sin ninguna cama, lo que dejó una marca en su costado. ‘Umar dijo: “levanté la mirada en su casa, pero juro por Al-lah que no encontré ninguna cosa destacable, por eso le dije: ‘Suplica a Al-lah para que Dé más a tu Ummah, ya que Al-lah Ha dado mucho a los persas y los romanos y les Ha concedido muchos placeres de la vida, aunque no Le adoran.’ Él respondió: “¿Acaso tienes duda, Ibn Al Jattab? Aquéllos son gente a que se le han dado sus placeres en esta vida mundanal.’” Además, el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, decía: “No me importa nada de esta vida; no soy en esta vida sino como un viandante que se sentó debajo de un árbol buscando su sombra, luego se fue y lo dejó.” Su cama era de cuero, rellenada por dentro de fibra.
En cuanto a su comida, pasaba por él un mes tras otroy tras otro; o sea tres meses, sin encenderse ningún fuego en las casas del Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, para cocinar y no existían sino “los dos negros”: el dátil y el agua. Era posible que pasara su día sufriendo una severa hambre sin poder encontrar de Ad-Daqal –que es el peor de los dátiles– lo que llenara su vientre. El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, nunca se sació tres días seguidos comiendo pan hecho de trigo, hasta su muerte y la mayoría de su pan era de cebada. Nunca se narró que hubiera comido pan fino. Además,nunca comió sobre una mesa hasta su muerte. Es más, su siervo Anas, que Al-lah esté complacido con él, citó que no se encontraba en la casa del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, un almuerzo y una cena consistente de pan y carne, sino cuando le visitaban los huéspedes.
En cuanto a su vestimenta, su estado era igual a lo citado, ya que sus Compañeros, que Al-lah esté complacido con ellos, le reconocieron su abstinencia de los placeres de la vida y la falta de la exageración en su vestimenta, aunque era capaz de llevar el más caro de los vestidos. Uno de los Compañeros dijo, describiendo su ropa: “Vine al Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, para hablarle de un asunto, encontré que estaba sentado, vestido con un Izar grueso de algodón.” Abu Burdah, que Al-lah esté complacido con él, entró a donde estaba ‘Aa’ishah, la Madre de los Creyentes, que Al-lah esté complacido con ella, y ella sacó un vestido fieltrado y un Izar grueso, luego dijo: “El Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, murió llevando estos dos vestidos.” También, fue narrado en un Hadiz bajo la autoridad de Anas ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él, que dijo: “Caminaba con el Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, y él llevaba una ropa de borde grueso de Nayran.”
Sorprende mucho la descripción de los ulemas de Sirah de las casas del Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, y de su pobreza, ya que no tenían muebles lujosos ni cosas parecidas. Esto no es sino por el ascetismoante la vida terrena y por renunciar a ella.
El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, no dejó al morir ni un dírham, ni un dinar, ni un siervo, ni una sierva, ni nada, excepto su mula blanca, su arma y un trozo de tierra, que había dejado como limosna. ‘A’ishah, que Al-lah esté complacido con ella, dijo: “El Mensajero de Al-lah, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, murió y no tenía en mi casa nada que comer, sino algo de cebada, de lo cual me alimentaba durante largo tiempo.”  El Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, murió mientras su arma estaba empeñada a un judío a cambio de algo de cebada.
Lo que hemos citado en este artículo breve es un poco de las noticias del Imán de los ascetas y el señor de los adoradores a Al-lah: el Profeta, sallallaahu ‘alayhi wa sallam, y hay otras muchas que no se han mencionado.
Estas narraciones van a ser testigos sinceros de su profecía, su abstinencia y su preferencia de lo que está junto a Al-lah el Majestuoso, el Poderoso. En ellas encontramos una llamada a la Ummah islámica y las generaciones creyentes a abstenerse de los placeres de la vida y advertirse de su tentación, ya que si la vida fuera prueba del Amor de Al-lah a quien se los conceda sus placeres, la ganaría el mejor y el más noble de la creación para Al-lah, el Profeta, sAl-lahu ‘alayhi wa sallam.

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