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Él rol revolucionario del Islam (parte 2 de 2)

El rol revolucionario del Islam (parte 2 de 2)

Revolución histórica
La expansión del imperio islámico no fue solamente un evento político; su objetivo, de hecho, fue poner en marcha un proceso revolucionario en la historia. El mismo había comenzado en La Meca, luego llegó a Medina, y luego a Damasco y Bagdad, desde donde entró a España y de allí se diseminó por toda Europa y el resto del mundo. Quizá estaríamos en lo cierto si dijéramos que el siglo XX vio la culminación de ese proceso.
Hay dos aspectos básicos de este movimiento. Uno fue el final de la persecución religiosa (mencionada en el Corán como fitna [Corán 8:39]). Todo comenzó con el final de la idolatría y culminó durante vida del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. El otro, la llegada de la libertad religiosa un tiempo después, durante el califato piadoso; con la desintegración de los dos grandes imperios –sasánida y bizantino–, los dos mayores pilares de persecución religiosa cayeron y la libertad religiosa se hizo común. Sin embargo, ninguna revolución se logra repentinamente, evoluciona como parte de un largo proceso histórico, y la revolución islámica no fue excepción. La liberación humana, iniciada por el Islam, continuó por un largo período y logró avances a través de esfuerzos individuales y colectivos, y de muchas maneras. El segundo Califa, Omar Ibn Al Jattab (fallecido en 644), que Al-lah esté complacido con él, preguntó al dirigirse a uno de sus gobernantes y su hijo en un caso conocido: “¿Desde cuándo esclavizan a la gente siendo que sus madres los dieron luz en libertad?”.
Esta frase tuvo eco mil cien años después en el famoso reformador francés Rousseau (fallecido en 1778). Su libro intitulado El contrato social, comenzaba con esta conocida frase: “El hombre nace libre, pero lo encuentro encadenado”.
El final de una era de superstición
Otro cambio básico que trajo la revolución islámica fue similar en algunos aspectos a la revolución científica de los tiempos modernos, es decir, el destierro del pensamiento supersticioso con fundamentos científicos y la prevalencia de la reflexión basada en hechos.
Como mencionamos arriba, la continua existencia del modo de vida y pensamiento idólatra en tiempos remotos ocurría por la ignorancia de la gente con respecto a la naturaleza. El hombre antiguo solía juzgar los fenómenos naturales por su apariencia. Los consideraban sagrados y comenzaron a adorarlos. Por primera vez en la historia de la humanidad, el Islam logró convencer a la gente de que esos fenómenos de la naturaleza no eran creadores, sino creados. Eran “súbditos” sin poder, no eran amos del ser humano.
Al surgir esta revolución, la base ideológica de la idolatría fue eliminada por completo. Todo aquello que se consideraba sagrado fue relegado al estatus de meras criaturas. El hombre logró dominarlos y no ser esclavo de ellos. El sol era considerado un dios y era adorado antiguamente; el hombre hoy en día lo está convirtiendo en fuente de energía. El hombre antiguo creía que la luna era sagrada también; hoy en día ya la hemos pisado. El hombre antiguo deificaba el río; el moderno lo usa como fuente de energía, etc.
De esta forma ha ocurrido por primera vez en la historia que los fenómenos de la naturaleza, otrora vistos con reverencia, se han convertido en objeto de investigación. En otras palabras, el Islam dio comienzo al proceso de investigación científica. El Corán invita al ser humano en repetidas ocasiones a reflexionar en los objetos del universo. Esto no es un asunto simple; el acto de ponderar la naturaleza de los fenómenos del universo tiene el grado de adoración en el Islam. Como resultado de esta forma de pensamiento, y por primera vez en la historia, todo en el universo se convirtió en sujeto de investigación.
El modo de pensamiento científico de la era moderna inició su camino en los comienzos del período islámico, continuó creciendo de país en país hasta que llegó a Occidente, donde vio su culminación. Con respecto a esta realidad, el pensamiento científico es una revolución buscada por el Islam.
Luego de ella, por primera vez en la historia de la humanidad, se dejó por completo sin fundamentos al modo de pensamiento idólatra. La idea de que los fenómenos naturales son sagrados es vista ahora como lo que es, una superstición, ya que la investigación científica moderna ha demostrado que esto no se puede sustentar.
Todo lo que ocurrió fue de acuerdo al plan Divino; el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y sus compañeros, que Al-lah esté complacido con ellos, fueron quienes llevaron esto a cabo.

Al-lah, Glorificado sea, dice: {Combatan [a los criminales] hasta que cese la opresión y todos puedan adorar libremente a Dios} [Corán 8:39].
Esto significa que ya no había barreras que impidieran al ser humano transitar el camino de Dios. Ese era el objetivo final de la revolución que trajeron el Profeta Muhammad y sus compañeros: dio final a ese sistema absolutista de coerción que ponía obstáculos en las decisiones personales sobre la religión de cada uno. También removió el velo ideológico que confundía y descarriaba a la gente, y como resultado del cual adoraban a criaturas creyendo que eran creadores.
El Corán nos dice que no hay compulsión en asuntos de religión, con la condición de que se deben separar la verdadera guía de los malos entendidos [Corán 2:256]. La verdad y la falsedad están bien separadas, tal como la luz y la oscuridad luego de que sale el sol. Esto es algo que, luego de la revolución islámica, pudo lograr sin tener dudas aquel que buscara la realidad con una mente abierta. No se dejó a nadie tambaleando en la oscuridad, y ya nadie tuvo excusas para rechazar a Dios.
Con ese objetivo, Al-lah, Glorificado sea, produjo las revoluciones en la historia, tal como mencionamos arriba. Ahora la verdad y lo falso se han hecho tan distintos que no existe un velo fino o grueso entre ellos: la clarificación ha sido tan minuciosa que el ser humano de hoy en día tiene total libertad de elección. Ahora, en su camino hacia Al-lah, no es frenado ni por falsas ideologías ni por obstáculos físicos. 

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