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¿Porque fue escogida la Península Arábiga como cuna del último mensaje divino (el Islam)? (parte 1 de 2)

¿Porque fue escogida la Península Arábiga como cuna del último mensaje divino (el Islam)? (parte 1 de 2)

Antes de comenzar con nuestra labor, es necesario que comprendamos las razones por las cuales Al-lah escogió la Península Arábiga como la cuna de Su mensaje y no escogió otro lugar, además debemos analizar el por qué les fue entregada la misión de divulgar el Islam en un inicio a los árabes y no a otra etnia.

Por tal motivo, se hace indispensable que conozcamos un poco las características y naturaleza de los árabes de la época preislámica, y el contexto geográfico respecto al mundo que los rodeaba. Además, debemos entender las condiciones de las demás naciones existentes en ese tiempo: los bizantinos, los persas, los griegos y los indios. Así que haremos un pequeño resumen histórico acerca de estas civilizaciones que eran las más sobresalientes y que rodeaban la Península Árabe.
En aquel tiempo −siglo IV-V d.C.− el mundo conocido se lo dividían dos grandes naciones: los bizantinos y los persas, y en un segundo plano se encontraban los griegos y los indios.

Los persas vivían sumidos en una serie de creencias religiosas fetichistas diferentes unas de las otras, en una constante lucha por el dominio religioso. Una de las que sobresalió fue el zoroastrismo, que era la creencia de los gobernantes, la cual contemplaba, dentro de sus principales preceptos, el incesto, Yazdgerd III −quien gobernó a mediados del siglo V d.C.− se casó con una de sus hijas en cumplimiento de dicho precepto. A esta creencia se le atribuyen muchos vicios en el comportamiento y la moral, hechos que están registrados, por lo que no hay necesidad de extendernos más en el tema. También predominaba la religión conocida como Mazdakismo (rama del zoroastrismo) la cual proponía un comunismo general y sin límites, todo era de todos, por lo que así como compartían el agua, por ejemplo, también compartían las mujeres y los bienes. Quizás esta fue la razón por la que tuvo gran aceptación por parte de aquellos cuyo intelecto y moral deja mucho que desear.

Hablemos ahora un poco acerca de los bizantinos, conocidos por su espíritu conquistador, quienes en esa época vivían en un conflicto religioso interno, por un lado, la iglesia de Oriente y por el otro, la de Occidente. El Imperio Bizantino puso su poder militar y sus ambiciones expansionistas al servicio del cristianismo, religión que adaptaba para que se adecuara a sus intereses. Además, la descomposición social en la que vivían no eran muy diferente a la de los persas. Fueron conocidos por los despilfarros, injusticia social y económica caracterizada por la imposición de grandes impuestos.

Por otro lado, los indios fueron conocidos por el papel que jugaron en lo religioso y lo social en aquella época, aspectos que promovieron la descomposición social y moral de ese tiempo. Así fue mencionado por el profesor Abu Al Hasan An-Nadawi, basado en lo que escribieron historiadores especializados en esa cultura.

El corto resumen que hicimos nos es suficiente para darnos cuenta de un elemento común que compartían estas cuatro culturas y que al final las llevo a su perdición y decadencia. Este elemento es la base sobre la cual construyeron su civilización en materialismo extremo sin que fuera guiada por un valor o ideal supremo. La civilización, con todo y sus diversos componentes, es solo un medio, por lo que si la gente que la constituye y dirige no tienen unos principios correctos, este medio que está en sus manos se convierte en su propia perdición. Todo lo contrario sucede cuando los miembros de una sociedad son guiados por un ideal recto y sano, que pocas veces puede encontrarse si no es por medio de la revelación divina, porque esa guía que les señala el camino, les asegura el éxito y la felicidad que tanto necesitan.

Mientras que el mundo vivía esa realidad, la Península Arábiga se mantenía aislada, no contaban con la civilización y el pensamiento persa, por lo que no tenían los medios que les ayudaran a generar su filosofía e ideas religiosas, al igual que no poseían el poderío militar de los romanos para extenderse hacia los territorios que los rodeaba. De igual forma, no tenían el saber ni el conocimiento alcanzado por los griegos ni su dialéctica.

Eran como “la materia prima” que no había sido corrompida como le pasó al resto de civilizaciones contemporáneas. Vivían sumidos en una profunda ignorancia que a la vez promovía como única cosa positiva el celo por las buenas costumbres y valores como la defensa del oprimido, la veracidad, la generosidad, la hospitalidad, etc. Claro está que no quiere decir esto que fueran una sociedad pura, no, también tenían sus degradaciones y la más grande y terrible de todas: la idolatría, además, de prácticas aberrantes como el asesinato de sus hijos e hijas con la excusa infame de la preservación del honor, acababan con la riqueza empujados por la generosidad e iniciaban luchas internas alegando la defensa del oprimido.

Esta situación fue descrita por Al-lah en el Corán cuando los describió diciendo: {Recuérdenlo en agradecimiento por haberlos guiado siendo que se encontraban extraviados} [Corán 2:198]. En este verso no se los está reprendiendo, pues su actuar era producto de su ignorancia, contrario a las otras sociedades a las que de nada les sirvió el conocimiento y el progreso ante la decadencia.

Al hacer una revisión del mapa, nos damos cuenta de que la Península Árabe se encontraba prácticamente en el centro y, como dijo el profesor Muhammad Mubarak: “Se encontraba en el centro de dos corrientes: la materialista occidental y la oriental espiritualista”. 

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