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  1. Para la mujer
  2. Purificación del alma

Él rencor – II

Las malignas consecuencias del rencor:

Algunos estudiosos dicen: “La corrupción del corazón a causa del odio, es una enfermedad crónica y letal, y la fe escapa de tales corazones como gotas que filtran de un jarrón resquebrajado”.
 
Satanás podría desesperarse tratando de hacer que un hombre sabio adore ídolos, pero está dispuesto a desviar y extraviar al hombre, y llevarlo a la destrucción. Satanás no dejará de alejar a la persona de su Señor, hasta el punto en que tal persona se vuelva más ignorante de los derechos de su Señor que un idólatra.
 
Para mantener a una persona alejada de su Señor, Satanás usa engaños como inflamar el odio hacia sus compañeros musulmanes. Una vez que este fuego es encendido, Satanás se aleja y lo disfruta, observando cómo este fuego quema su vida presente y futura, y devora sus virtudes. Es así, porque la maldad controla el corazón rencoroso, el corazón de la persona se vuelve duro y obstinado, y rompe los lazos que Al-lah Ha ordenado mantener, esparciendo la corrupción en la tierra.
 
El rencor es la fuente de muchos actos de maldad, sobre los cuales el Islam nos ha advertido. Acusar falsamente al inocente es un crimen que sólo el odio extremo puede provocar, y el Islam considera esto como uno de los peores actos de falsedad.
 
La calumnia es la forma en que una persona rencorosa libera su odio, y eso refleja la carencia de misericordia en su corazón. Además, el Islam ha prohibido y advertido sobre el rencor y todas sus implicaciones o manifestaciones, tales como pensar mal de otros, buscar sus errores o defectos, burlarse o difamarlos.
 
El corazón de la gente rencorosa hierve con odio, porque ellos ven que en esta vida no han conseguido lo que deseaban tener, mientras que otros lo consiguieron. Este es el problema más grande que continuamente les causa un sentimiento de aprensión. Al hacer eso, estas personas están siguiendo los pasos de Satanás, quien envidió a Adam (Adán), la paz sea con él, porque el había obtenido la posición que él (Satán) deseaba para sí.
 
Este sentimiento satánico es lo que hierve en el corazón de la gente rencorosa, y corrompe sus corazones hasta el punto en que pierden su voluntad. Lo mejor para ellos sería que retornaran ante su Señor, le pidieran Su generosidad y se esforzaran por alcanzar lo que las otras personas han logrado.
 
Las bendiciones de Al-lah son infinitas y están limitadas a ciertas personas; tener esperanza de conseguir lo que Al-lah Ha deseado, mientras que seguimos los medios permitidos, es lo único legal que se puede hacer cuando uno ve que otros son bendecidos con los favores de Al-lah…Existe una gran diferencia entre envidia y ambición.
 
Tener un corazón puro…el camino al Paraíso:
 
Al-lah Ha descrito a las personas del Paraíso, quienes disfrutarán de un eterno placer, como gente que está libre del rencor y la envidia, y si alguna vez han experimentado tales sentimientos en esta vida, entonces serán purificados de esos sentimientos antes de ser admitidos en el Paraíso, como Al-lah Dice (lo qe se interpreta en español): {Purificaremos sus corazones del rencor que hubiere habido entre ellos} [Corán 7:43].
 
La cualidad de tener un corazón puro al tratar con los demás, fue una razón por la cual algunos de los Compañeros del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fueron albriciados con las buenas noticias de su entrada en el Paraíso. Anas ibn Malik, que Al-lah esté complacido con él, narró lo siguiente: “Estábamos sentados con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, en cierta ocasión, cuado él dijo: “Uno de los moradores del Paraíso entrará ahora”, y entró un hombre de Al Ansar (es decir, residentes de Medina), cuya barba estaba goteando a causa de la ablución y sujetaba sus sandalias con su mano izquierda. Al día siguiente, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo lo mismo, y entró el mismo hombre. Al tercer día, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo lo mismo, y el mismo hombre entró una vez más. Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, abandonó la reunión, ‘Abdul-lah ibn ‘Amr siguió a aquel hombre y le dijo: ‘Tengo un malentendido con mi padre y juré no quedarme en su casa por tres noches, así que, si me lo permites, me gustaría pasar esas tres noches contigo’. El hombre le dijo: ‘Sí, te lo permito’. Anas, que Al-lah esté complacido con él, agregó: “‘Abdul-lah ibn ‘Amir nos dijo que pasó las tres noches con él, y no notó que aquel hombre rezara las oraciones voluntarias durante ninguna de esas noches, pero que si despertaba durante la noche, simplemente mencionaba a Al-lah. No obstante, nunca lo había escuchado decir sino cosas buenas; así que cuando las tres noches finalizaron, casi desprestigió sus acciones (como si estas fuesen insignificantes) y le dijo: ‘¡Oh, siervo de Al-lah! No existía ninguna disputa entre mi padre y yo, sino que escuché al Profeta, sallahu ‘alayhi wa sallam, decir tres veces: “Uno de los moradores del Paraíso entrará ahora”, y tú entraste en las tres ocasiones; así que quería dormir en tu casa para ver qué es lo que haces para poder imitarte, pero no he visto que hagas un esfuerzo extra al realizar ninguna acción. ¿Cómo has alcanzado tal estatus para merecer que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, diga eso acerca de ti?’ El hombre respondió: ‘Mis acciones no son más que las que has visto’. Luego cuando me marché, él me llamo y dijo: ‘Mis acciones no son más que las que tú has visto, pero la única cosa que hago es no guardar ningún rencor en contra de ningún musulmán ni envidio a nadie por las bondades que Al-lah les Ha concedido’. Seguidamente, ‘Abdul-lah ibn ‘Amir le dijo: ‘Eso es lo que te ha hecho merecedor de este rango”.
 
Amados hermanos musulmanes; consideren las siguientes palabras que fueron declaradas por uno de los sabios: “No existe nada más relajante y consolador para una pena, y no existe nada más reconfortante que vivir teniendo un corazón puro y limpio de toda habladuría y rencor. Si él observa una bendición concedida a otros, se mostrará contento con lo que él tiene, y comprende la necesidad de los humanos por su Señor. Si ve que el mal afecta a otros, expresa simpatía y suplica a Al-lah que los Libre de aquel mal y Perdone sus pecados. Es así como un musulmán vive su vida, con sus obras libres de maldad, complacido con lo que Al-lah le Ha concedido, contento son su vida, con tranquilidad en su corazón, libre del rencor que enceguece a las personas y les impide ver la verdad”.

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