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Madres solas con doble responsabilidad

Madres solas con doble responsabilidad

 

Ya sea por divorcio o por la muerte del esposo, cada vez más mujeres musulmanas se encuentran criando a sus hijos solas. Menos de una cuarta parte de los hogares estadounidenses son familias con padre y madre, y vemos que varios de estos hogares americanos de padres solos son de hecho familias musulmanas.
El divorcio era aborrecido por las generaciones anteriores. Muchas de las abuelas de hoy serán testigos del hecho de que, a pesar de estar sufriendo matrimonios infelices, se mantuvieron casadas “por los niños”. Las madres de las generaciones anteriores creen de todo corazón que es mejor sufrir la crueldad de un matrimonio fallido que sufrir la dureza y la indignidad de un divorcio. Sin embargo, mucho de esto se establece por la cultura y el medio ambiente y no es una ley del Islam. A pesar de que el Islam considera al divorcio como algo Makruh (detestable), muchos creen erradamente que es Haram (prohibido).
El divorcio no es prohibido en el Islam. De hecho, es a veces la mejor solución para un hombre y una mujer que son miserables juntos pero pueden tratarse bien si se separan. Y sí, incluso si se demuestra que el divorcio es la mejor solución para la familia, esto de ninguna manera lo convierte en una solución fácil y llevadera. “Criar solo a los hijos no es algo divertido, es una dificultad”, dijo una madre divorciada del sur de California. Ella lleva ya varios años divorciada, y originalmente prefirió separarse de su esposo (también musulmán) cuando este le impidió practicar el Islam y enseñar a su hijo sobre su fe.
No es raro encontrar hermanas divorciadas en las comunidades musulmanas criando a sus hijos e hijas bajo la sombra de los centros islámicos locales. Muchas de estas mujeres se han separado de sus esposos porque han encontrado el Islam y decidieron profesarlo. Algunas de estas mujeres son conversas (revertidas) y otras son musulmanas de nacimiento que han decidido separarse de esposos no practicantes o intolerantes, eligiendo a la religión sobre el matrimonio. Estas mujeres son conscientes de su responsabilidad para con sus hijos de criarlos como buenos musulmanes, y han dado un atrevido paso hacia la consecución de ese objetivo.
Tomar consciencia de tal responsabilidad no es fácil. Muchas madres que deciden abandonar a sus esposos para educar mejor a sus hijos pasan a veces por periodos de confusión y amargura. Empiezan a divagar sobre lo desconocido, no saben por qué les ha pasado esto, y empiezan a cuestionar su fe. El tremendo esfuerzo de criar hijos solas se convierte en un desafío físico, emocional y espiritual. Las madres separadas están obligadas a hacer casi todo solas. La vida de una madre separada es muy diferente a la rutina de una madre casada, tanto que uno ni se imagina. Una madre separada, por ejemplo, es la única que puede atender a su hijo en casa si este se encuentra enfermo y no puede ir a clases. Una pareja de casados puede alternarse para faltar a su trabajo, asumiendo que la madre casada tenga que trabajar fuera de casa. Una madre sola debe tomar todas las decisiones del día a día sobre temas como la disciplina de los hijos, pues no tiene a nadie a quien tomar como apoyo. Una pareja casada, en cambio, puede encontrar espacios durante el día para discutir tales temas y llegar a decisiones conjuntas.
Además, las madres divorciadas no suelen tener el apoyo familiar que tienen las casadas, pues en muchas culturas aún se suele considerar el divorcio como una vergüenza. Mantenerse firmes, incluso ante tales adversidades, les prueba a muchas madres que han tomado el mejor camino.
El camino que han elegido estas madres, a pesar de ser el camino correcto, no es de ninguna manera el más simple y allanado. A pesar de todo, es un camino que han elegido; pero este no es el caso de las mujeres que quedaron solas por haber enviudado. “Cuando el esposo muere y deja tras de sí una esposa y familia doliente, a pesar de que el resultado es el mismo, el camino es muy distinto”.
En los casos de viudez, la elección no está en un acuerdo mutuo entre esposo y esposa para separarse. Más bien, es una situación que surge de pronto, donde una mujer se encuentra súbitamente sola y se convierte en la única responsable por la educación de sus hijos. Se convierte en la única responsable por el bienestar financiero, físico, emocional y espiritual de sus hijos.
Mientras la mujer se recupera y recoge los pedazos de su vida familiar, in Sha Al-lah (si Al-lah Quiere), reconoce el hecho de que debemos aceptar lo que Al-lah nos Ha prescrito. Ella entenderá eso y tratará de inculcar la misma fe a sus hijos. Su andar será dificultoso, pero aún así ella aceptará la carga y el desafío. Ella criará a sus hijos sola hasta que ellos maduren o ella crea que está lista para casarse nuevamente y trate de restablecer una familia para ella y sus hijos. Sin embargo, cuando la maternidad en solitario recae sobre una mujer de las generaciones anteriores, esto se hace trágico.
Una mujer de cuarenta y tantos años es viuda por casi doce años. Después de la muerte de su esposo ella se vio forzada a vender su casa y trasladarse con sus hijos a una nueva casa donde encontraría el apoyo de los miembros de su familia mayor. Ella recuerda lo útil que fue su familia al comienzo; pero, conforme pasaba el tiempo, sus necesidades dejaron de ser responsabilidad de nadie más. Se vio en necesidad de buscar un trabajo y, en vista de que nunca había trabajado un solo día en su vida, eso fue una tarea muy difícil. Pero sus obligaciones no terminaron allí. Se vio obligada a comprar una nueva casa, lo cual hizo con dinero prestado por sus familiares y algo de los ahorros que le dejó su esposo. Para una mujer que nunca tuvo que manejar asuntos financieros, que nunca tuvo que llamar a un plomero por un caño roto, y que nunca tuvo que preocuparse por otra cosa que no sea preparar la cena, estas tareas y cientos de otras que enfrentó la dejaban atónita.
Para ella, el mero peso del trabajo físico es probablemente el más difícil de manejar. Su día laboral es muy exhaustivo y llega a su casa del trabajo cansada y mal preparada para enfrentar el trabajo de preparar la cena. En una buena semana, ella encuentra tiempo durante el fin de semana para preparar algunas comidas que ella y sus hijos puedan comer durante la semana. Cuando tiene tiempo para sí misma, ahora que sus hijos son algo mayores y se cuidan solos, ella tiene que preocuparse por las cuentas, por la vieja casa que necesita muchos arreglos que ellos no pueden pagar, por el único automóvil que los tres comparten, por sus hijos que algún día van a casarse (por las expensas del matrimonio) y tal vez mudarse a otro estado o a otro país.
Uno podría decir que esta mujer está aceptando una carga innecesaria y que debería casarse nuevamente como lo haría una madre divorciada. Sin embargo, como en la mayoría de casos de mujeres que enviudan súbitamente, ellas están físicamente separadas de sus esposos pero los quieren en su corazón y los sienten cercanos, y no están emocionalmente listas para siquiera pensar en casarse nuevamente. Más aún, los niños mismos se sentirán fuertemente apegados al recuerdo de su padre difunto y hallarán extremamente difícil aceptar a otro hombre que haga las veces de padre para ellos.
Una mujer divorciada podrá encontrar más fácil de explicar a sus hijos el rol de su futuro padrastro, pues sus hijos aún tienen a su padre biológico para verlos regularmente. El hijo de una viuda probablemente se resentirá porque su madre trata de llenar el espacio dejado por su padre biológico difunto con otro hombre.
A pesar de que el divorcio o la viudez puede llevar a distintos grados de maternidad en solitario, el simple hecho de criar a un hijo sola es terrible y difícil cualquiera sea la circunstancia.
Es nuestro deber, como miembros rectos de comunidades musulmanas, ayudar a estas madres solas a criar ciudadanos musulmanes conscientes. De la misma forma como ayudaríamos a nuestras hijas o hermanas si quedan súbitamente solas, deberíamos adoptar a los hijos de estas madres solas como una responsabilidad compartida.
Hay mucho que podemos hacer; un hermano puede ofrecerse a llevar al hijo de una madre sola a un juego juvenil de basket o puede ofrecerse a enseñarle sobre los deberes y modales de un caballero musulmán. Una hermana puede ofrecerle apoyo a la madre sola, e incluso a veces puede darle el mejor regalo: cuidar a su hijo mientras esta madre dedica un poco de tiempo para sí misma.
Lo que sea que decidas de hacer, debemos todos apoyar y animar a esta madre piadosa, pues ella carga por lo menos el doble de responsabilidades con solo la mitad de recursos.

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