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La tribulación y la sedición sucedidas en el tiempo de los Sahabah (parte 7 de 10)

La tribulaciَn y la sediciَn sucedidas en el tiempo de los Sahabah (parte 7 de 10)

 

 

La sucesión del Califa

Sin lugar a duda, el más calificado para tomar las riendas del Estado tras el vil asesinato de ‘Uzman era ‘Ali, que Al-lah Esté complacido con ellos, por su piedad, virtudes y sabiduría. Pero él, como los demás Sahabah, en lo último que pensaban era en ganarse un cargo como este o cualquier otro que les diera algún tipo de responsabilidad sobre los demás, pues ellos no veían que ser Califa, gobernador o dirigir alguna dependencia del Estado fuera un cargo honorífico; por el contrario, lo veían como una gran responsabilidad de la cual deberían rendir cuentas ante Al-lah detalladamente, así que rechazaban este cargo, aún más sabiendo que los últimos sucesos y tribulaciones complicarían la tarea del futuro Califa.

 Los sediciosos estaban alerta y buscando a alguno de los Sahabah que los apoyara y secundara en la elección del Califa. Los egipcios iban donde ‘Ali, que Al-lah Esté complacido con él, quien los rechazaba y se alejaba de ellos siempre que los veía. Los de Kufa fueron donde Az-Zubair, que Al-lah Esté complacido con él; y los del Basora a donde Talhah, que Al-lah Esté complacido con él, con el mismo propósito, pero ambos actuaron de la misma manera que ‘Ali y no respondieron a su llamado. Al no lograr nada de ellos, anunciaron que no aceptarían a ninguno de estos tres de los Sahabah como Califa.

 Enviaron un mensaje a Sa’d ibn Abi Waqas, que Al-lah Esté complacido con él, en el que le decían: “Tú eres uno de los miembros del consejo de Ash-Shurah (consulta), todos nosotros concordamos que eres la persona indicada para el califato; así que nómbrate y nosotros te apoyaremos y te juraremos fidelidad”. Su respuesta fue clara y directa, les dijo: “Tanto yo como Ibn Omar no tomaremos parte en este asunto, no tengo necesidad alguna en ser parte de la solución, no quiero condenarme por dicho asunto”. Así que se dirigieron hacia Ibn Omar, que Al-lah Esté complacido con él, con la misma proposición, y él se negó como lo hicieron los demás.

 La negativa de los Sahabah de aceptar el califato generó en la gente de la Fitnah gran preocupación, ya que sabían que estarían en un gran aprieto si regresaban a sus lugares de origen sin que se hubiera escogido un Califa y siendo ellos los asesinos de ‘Uzman, que Al-lah Esté complacido con él. Así que, aprovechándose de su fuerza, superioridad y el control total que ejercían sobre Medina, reunieron a toda la gente y los presionaron para que eligieran ellos un Califa, les dijeron: “Gente de Medina, ustedes son parte del consejo de Ash-Shurah, no compliquen más la sucesión del Imam. Lo que ustedes decidan debe ser aceptado por toda la Ummah, elijan pues a alguien y nosotros les seguiremos en su elección, tienen un día para ello; si no lo hacen, ¡por Al-lah que mataremos a ‘Ali, a Az-Zubair, a Talhah y a muchos otros más!” Temerosos ante estas amenazas, se dirigieron a ‘Ali y le dijeron: “Te elegimos a ti. Eres consciente de lo que está pasando con el Islam y la difícil prueba por la que estamos pasando”. ‘Ali, que Al-lah esté complacido con él, les respondió: “Busquen a otro, pues lo que viene será muy confuso, al punto que ningún corazón podrá afirmarse ni la razón se tendrá en cuenta”. Ante su negativa, y conociéndolo como lo conocían, arguyeron: “¡Te lo pedimos por Al-lah! ¿No ves lo que estamos viviendo? ¿No eres consciente de la Fitnah que nos asecha? ¿No temes a Al-lah?” Entonces les respondió: “Ya les di mi respuesta. Si yo aceptara ustedes tendrían que obedecerme en todo; sino, pues entonces no lo haré y seguiré siendo como cualquiera de ustedes. Vuelvan mañana y ya veremos”.

 Al siguiente día, un viernes, se reunieron en la Mezquita. Se presentó ‘Ali, que Al-lah Esté complacido con él, subió al Mimbar (el púlpito) y se dirigió a ellos diciendo: “La decisión en este asunto, la sucesión del Califa, les corresponde únicamente a ustedes. Ayer me hicieron una proposición que no me agrada en realidad, pero veo que ustedes siguen firmes e insisten en ella; así que, si es lo que quieren, pues lo acepto; y si han cambiado de posición, pues no tengo problema alguno”. Le respondieron: “Seguimos pensando igual que ayer”.

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