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La mujer musulmana y el cuidado de su apariencia

La mujer musulmana y el cuidado de su apariencia

La mujer musulmana no descuida su apariencia
El Islam alienta a los musulmanes a destacarse entre la gente y distinguirse por su vestimenta, apariencia y comportamiento, para que sean un buen ejemplo y dignos portadores del gran mensaje a la humanidad. De acuerdo al hadiz narrado por el gran Sahabi Ibn Al Handhaliah, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dijo a sus compañeros cuando estaban viajando para encontrarse con algunos hermanos en la Fe:"Si vosotros vais a visitar a vuestros hermanos, arreglad vuestras monturas y aseguraos de vestir bien, para que os destaquéis entre la gente como un ornamento, porque Al-lah, Glorificado sea, no ama lo desagradable". [Abu Dawud]
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, consideraba que tener una apariencia desarreglada y descuidada, y usar ropas y accesorios desaseados era una forma de repulsión detestada y prohibida por el Islam.
El Islam estimula a los musulmanes en general a resaltar entre la gente. La mujer musulmana en particular es estimulada a distinguirse del resto de la gente en cuanto a su apariencia, porque esto se refleja positivamente en ella, su marido, familia e hijos.
La mujer musulmana no descuida su apariencia, no importa cuán ocupada esté con sus quehaceres domésticos y sus deberes como madre. La apariencia externa de una mujer no puede estar separada de su naturaleza interna: un exterior pulcro, arreglado y limpio, refleja un carácter interno noble y decente, ambos completarán el carácter de la verdadera mujer musulmana.
La limpieza del cuerpo y la vestimenta
La musulmana que verdaderamente observa las enseñanzas del Islam mantiene su cuerpo aseado y sus vestimentas muy limpias. Se baña con frecuencia, en conformidad con la enseñanza del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, quien aconsejaba a los musulmanes tomar baños, especialmente los viernes: "Tomad un baño los viernes y lavad vuestras cabezas aunque no estéis en estado de yanabah (impureza, por ejemplo después de tener relaciones sexuales), y usad perfume".
"Quien asista a la oración del viernes, sea hombre o mujer, debe tomar un baño (gusul)".
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, colocó tal énfasis en la pulcritud y en el baño, que algunos de los A'immah consideraron la realización del gusul antes de la oración del viernes como algo obligatorio (uayib). Abu Hurairah, que Al-lah Esté complacido con él, relató que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: "Es deber de todo musulmán tomar un baño (al menos) una vez cada siete días, y lavar su cabeza y su cuerpo". [Bujari y Muslim]
La pulcritud es una de las exigencias más esenciales para la gente, especialmente en las mujeres, y es uno de los más claros indicadores de un carácter íntegro y agradable. La pulcritud hace a una mujer más agradable, no sólo para su esposo, sino también para sus amigas y parientes.
Los Imames Ahmad y An-Nasa'i, informaron que Yabir, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, vino a visitarnos y vio a un hombre que estaba usando ropas sucias. Él dijo: ‘¿Acaso esta persona no encontró nada con que lavar sus ropas?’"
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, odiaba ver gente salir en público usando ropa sucia cuando eran capaces de lavarlas. Por este motivo él llamó la atención sobre el hecho de que los musulmanes siempre debían estar limpios, elegantes y agradables a la vista.
Esta enseñanza dirigida a los hombres, se dirige con mayor énfasis a las mujeres, a quienes habitualmente se piensa como más aseadas, y son la fuente de felicidad y tranquilidad en el hogar. No existe duda alguna que el profundo sentido de pulcritud de la mujer también se refleja en su hogar, su esposo y sus niños, porque es a través de la virtud de su preocupación por la pulcritud que ellos serán limpios y pulcros.
El cuidado del cabello
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, también enseñó a los musulmanes a cuidar sus cabellos y hacerlos lucir atractivos y hermosos dentro de los límites de las normas islámicas.
Esto está relatado en el hadiz citado por Abu Dawud proveniente de Abu Hurairah, que Al-lah Esté complacido con él, quien dijo: "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: ‘Quien tenga cabello, que lo cuide adecuadamente’”.
El cuidado de nuestro cabello conforme a la enseñanza islámica, implica mantenerlo limpio, peinarlo, perfumarlo y estilizarlo escrupulosamente.
Al Profeta no le gustaba la gente que dejaba sus cabellos sin peinar y desarreglados, pues se asemejaban a las bestias. Él vinculó tal repulsión con la apariencia de Shaitan. En la obra Al Muatta', el Imam Malik relató un hadiz de ‘Ata' Ibn Iasar, quien dijo: "El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba en la mezquita cuando entró un hombre con su cabello desarreglado y una barba desaliñada. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, lo señaló como indicándole que arreglará su cabello y su barba. El hombre se fue e hizo eso, luego retornó. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dijo: '¿Acaso esto no es mejor que presentarse con el cabello desarreglado, luciendo como Shaitan?'"
La similitud que señalaba el Profeta entre un hombre de cabello desarreglado y Shaitan, claramente demuestra cuán preocupado está el Islam por una apariencia pura y placentera, y cuán opuesto está a lo desagradable y repulsivo.
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, siempre tomaba nota de la apariencia de la gente, y cada vez que veía a un hombre desaliñado, y con el cabello desarreglado, lo criticaba debido a su negligencia.
Así era cómo el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, enseñaba a los hombres a cuidar de sí mismos; entonces, cuánto más aplicables son sus enseñanzas a las mujeres, para quienes la belleza y la elegancia son más dignas. Para la mujer musulmana resulta algo obvio que el cabello es uno de los rasgos más importantes de la belleza y el atractivo de una mujer.
Cuidar de la apariencia sin exagerar
La musulmana se preocupa de sus vestimentas y su apariencia sin irse a los extremos o haciendo una exhibición licenciosa de sí misma. Ella se preocupa por tener una apariencia placentera para su esposo, sus hijos, parientes mahram y amigas. Así la gente se siente cómoda con ella. Ella no debe desconcertarlos con una apariencia desaliñada y repulsiva, pues siempre se controla y cuida de sí misma, en conformidad con las enseñanzas del Islam que instan a sus seguidores a lucir bien, de acuerdo a las formas permitidas.
La musulmana inteligente y lista es quien se esfuerza en mantener un equilibrio entre su apariencia externa y su naturaleza interna. Ella se interesa en lucir bien, sin irse a los extremos, porque una buena apariencia es una señal de cuán bien se comprende a sí misma, a su identidad islámica y su misión en esta vida. Es consciente de que está compuesta de un cuerpo, una mente y un espíritu, y otorga a cada uno la atención que se merece, sin exagerar en un aspecto en detrimento de los otros. Al buscar el equilibrio justo, ella está siguiendo la prudente guía del Islam que la impulsa a realizar eso.
Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {Diles [¡Oh, Muhammad!]: ¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Al-lah os ha proveído?...} [Corán 7:32]
Al Qurtubi relató que ‘A’ishah dijo: "Un grupo de los compañeros del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, estaba esperando en la puerta por él, entonces se preparó para salir y encontrarlos. Había una vasija de agua en la casa y él fijo su vista en ella para alisarse su barba y sus cabellos. Le pregunté: ‘Mensajero de Al-lah, ¿tú también haces eso?’. Él dijo: ‘Sí, cuando un hombre salga para encontrar a sus hermanos, dejadlo que se prepare apropiadamente, pues Al-lah, Glorificado sea, Es bello y Ama la belleza’".
La musulmana efectúa todo esto en conformidad con el ideal islámico de moderación, evitando los extremos, ya sea de exageración o de negligencia, pues Dice Al-lah en el Corán (lo que se interpreta en español): {Aquellos que cuando hacen una caridad no dan todo lo que tienen ni tampoco escatiman, sino que dan en la justa medida.} [Corán 25:67]
El Islam quiere que sus seguidores, y especialmente sus predicadores, se destaquen en las reuniones de una manera atractiva, y repudia un aspecto desagradable o insoportable. Descuidar nuestra apariencia hasta el grado de llegar a ser ofensivo para nuestros compañeros en nombre del ascetismo y de la humildad, no es propio del Islam. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ejemplo del ascetismo y la humildad, solía vestir con ropas decentes y se presentaba con una apariencia agradable a su familia y a sus compañeros. Él consideraba el acto de vestir bien y lucir bien como una manifestación de las bendiciones de Al-lah: "Al-lah, Glorificado sea, Ama ver los signos de Sus dones en Sus siervos". [At-Tirmidhi]
Ibn Al Mubarak, At Tabarani, Al Hakim, Al Baihaqi y otros, relataron que ‘Umar, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: "Observé al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pedir que le trajeran una vestimenta nueva, y cuando la vistió exclamó: ‘¡Alabado sea Al-lah! Quien me Ha provisto esta vestimenta con la que cubro mi cuerpo y me engalano’".
En tanto este cuidado de la apariencia exterior de uno no se vaya hacia los extremos, es parte de la belleza que Al-lah, Glorificado sea, Ha permitido a Sus siervos y que Alienta a adoptar. Dice Al-lah (lo que se interpreta en español): {¡Oh, hijos de Adán! Cubríos [para rezar] y engalanaos cuando acudáis a las mezquitas. Y comed y bebed con mesura, porque Al-lah no Ama a los inmoderados. Diles [¡Oh, Muhammad!]: ¿Quién os ha prohibido engalanaros y beneficiaros de todo lo bueno que Al-lah os ha proveído? Esto es para que los creyentes [y también los incrédulos] disfruten [de todo lo bueno] en esta vida, pero sólo será para los creyentes en la otra. Así es como Aclaramos nuestros preceptos para quienes los comprenden.} [Corán 7:31-32]
Muslim relata de Ibn Mas‘ud, que Al-lah Esté complacido con él, que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam,dijo: "Nadie que tenga el peso de un átomo de orgullo en su corazón entrará al Paraíso". [Muslim] Un hombre le preguntó: "¿Y qué hay acerca de un hombre al cual le gusta lucir sus ropas y su calzado?” (Es decir, si significa una señal de orgullo) El profeta dijo: “Al-lah, Glorificado sea, Es bello y Ama la belleza. El orgullo significa rechazar la verdad y menospreciar a la gente".
No ir a los extremos del embellecimiento ni hace una exhibición desenfrenada de sí misma
Prestar la debida atención a nuestra apariencia no debe hacer caer a la musulmana en la trampa del exhibicionismo desenfrenado (tabarruy), pues sólo debe mostrar su belleza a su marido y sus parientes mahram. Ella no debe perturbar el equilibrio, base de toda la enseñanza islámica, porque la mujer musulmana siempre apunta hacia la moderación en todas las cosas.
Ella nunca olvida que el Islam la estimula a mostrarse atractiva dentro de los límites permisibles, pero también es la religión que la previene de ir hacia los extremos para no convertirse en una esclava de su apariencia, como dice el siguiente hadiz: "¡Qué desdichado es el esclavo del dinar, del dirham y de las finas vestimentas de terciopelo y seda! Si esto le es concedido se alegra, y si no le es concedido se disgusta".
Hoy en día, muchas de nuestras mujeres han sido influenciadas por las casas internacionales de moda, hasta el punto que las mujeres ricas no visten una misma ropa más de una vez. Ellas cayeron en esa esclavitud sobre la que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, alertó, y como resultado están atrapadas en la miseria de esa insensata servidumbre al atuendo y a los accesorios excesivamente lujosos. Tales mujeres se han desviado del propósito por el cual la humanidad fue creada en este mundo.
Uno de los peores excesos en el que han caído muchas mujeres musulmanas, es el hábito de sacar a relucir costosos conjuntos de ropa en las bodas, las cuales se han transformado en espectáculos de moda, donde reina la competición y se llega a extremos más allá de las esferas del sentido común y de la moderación. Este fenómeno llega a ser más visible cuando la propia novia viste todos sus conjuntos, uno tras otro, llegando a sumar hasta diez en algunos casos. Cada vez que se cambia, sale y lo saca a relucir entre las otras mujeres presentes, exactamente como lo hacen las modelos en Occidente. A esas mujeres, entre quienes este hábito es común, no se les pasa por la cabeza que puede haber otras mujeres presentes económicamente incapaces de comprar tales conjuntos y que pueden sentirse deprimidas, celosas o hasta hostiles hacia la novia, su familia y la demás gente adinerada. Nada de esto ocurriría si las novias fueran más moderadas y sólo vistieran uno o dos de sus conjuntos en su boda. Sería mejor que el alardeo extravagante, contradictorio al espíritu equilibrado y moderado del Islam.

No existe duda alguna de que la musulmana que se haya rodeado de las enseñanzas de esta gran religión estará exceptuada y protegida de tales errores absurdos, porque adoptó sus principios de moderación.

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