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Él amor de Al-lah

El amor de Al-lah

Un amor excepcional

El amor de Al-lah debería ocupar el corazón de la persona y tomar posesión absoluta de él; y si no se apodera de él por completo, al menos debería superar el amor que haya en él hacia todo lo demás. Al-lah dice acerca de los creyentes: {Dios los amará y ellos Lo amarán} [Corán 5:54]; y el Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dijo: “Una persona no habrá alcanzado la fe hasta que, y a menos que, ame a Al-lah y a Su Mensajero más que a cualquier cosa” (Bujari). Cuando el ángel de la muerte vino a tomar el alma del Profeta Abraham (la paz de Al-lah sea con él), este último le dijo: “¿Alguna vez has visto que un amigo tome la vida de su amigo?”. A esto, Al‑lah respondió: “¿Alguna vez has visto que un amigo no quiera ver a su amigo?”. Entonces, Abraham (la paz de Al-lah sea con él) dijo: “¡Ángel de la muerte, toma mi alma!”. El Profeta (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) enseñó a sus seguidores la siguiente súplica: “Al-lah, permíteme amarte y amar a quienes Te aman, y amar todo lo que me acerque a Tu amor, y haz que Tu amor sea más valioso para mí que el agua fresca para el sediento” (At-Tirmidhi).

Al Hassan Al Basri (que Al-lah lo tenga en Su misericordia) solía decir: “Quien conoce a Al-lah, Lo ama”.

Causas del amor de Al-lah

La primera causa es el amor del ser humano por sí mismo y su impulso por perfeccionar su propia creación. Esto lleva directamente a amar a Al-lah, pues la existencia misma del ser humano y sus atributos no son más que el don de Al-lah, cuya gracia y amabilidad ha llevado al hombre desde el plano de la inexistencia hasta este mundo visible. La preservación de la humanidad y el logro eventual de la perfección también dependen por completo de la gracia de Al-lah. De hecho, sería de sorprender que uno se refugiara del calor del Sol a la sombra de un árbol y no estuviera agradecido con el árbol, sin el cual no habría sombra en lo absoluto. Exactamente de la misma manera, si no fuera por Al-lah, el hombre no tendría existencia ni atributos en lo absoluto.

La segunda causa de este amor es que el ser humano ama a su benefactor y, en verdad, su único benefactor es Al-lah, porque cualquier bondad que reciba el hombre de sus semejantes se debe a la instigación inmediata de Al‑lah. Cualquiera que sea el motivo que haya provocado la amabilidad que recibe una persona de las demás, Al-lah es Quien puso ese motivo a trabajar.

La tercera causa del amor del ser humano hacia Al-lah es su contemplación de los hermosos atributos de Al-lah, Su poder y Su sabiduría, de los cuales el poder y la sabiduría humanos son apenas el más débil de los reflejos.

Señales del amor de Al-lah

Muchos dicen amar a Al-lah, pero cada uno debe examinarse en cuanto a la autenticidad del amor que profesa.

La primera prueba de cuán genuino es el amor es esta: a quien ama a Al-lah no debe disgustarle la idea de la muerte, ya que ningún amigo quiere evitar ir a ver a su amigo amado. El compañero Abu Musa Al Ashari (que Al-lah este complacido con él) narró que el Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él) dijo: “Quien quiera encontrarse con Al-lah, Al-lah desea encontrarse con él” (Bujari)

Es verdad, alguien que ama sinceramente a Al-lah puede rechazar de la idea de morir antes de estar completamente preparado para encontrarse con su amado en la otra vida, pero uno pensaría que debe trabajar diligentemente a fin de prepararse para esa reunión que tiene asegurada en el futuro.

La segunda prueba es que uno debería estar dispuesto a sacrificar su propia voluntad ante Al-lah, debería aferrarse a lo que lo acerca a Él y debería evitar todo aquello que lo aleja de Él. La comisión de pecados por parte de una persona no es prueba de que ame a Al-lah en lo absoluto, sino que prueba que no Lo ama con todo su corazón. Al Fudhail Ibn Iyadh (que Al-lah lo tenga en Su misericordia) dijo una vez: “Si alguien te pregunta si amas a Al‑lah, guarda silencio, pues si dices ‘no Lo amo’ eres un incrédulo, y si dices ‘Lo amo’ tus actos pueden contradecir tu afirmación”.

La tercera prueba es que el recuerdo de Al-lah siempre debe permanecer fresco en el corazón, puesto que uno recuerda constantemente aquello que ama, y si ese amor es perfecto, uno jamás lo olvidará.

La cuarta prueba es que quien ama a Al-lah amará el Corán, que es la Palabra de Al-lah revelada a Muhammad (la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él), quien es el Profeta de Al-lah. De hecho, si su amor es realmente fuerte, abarcará toda la creación, pues quien ama a alguien, ama las obras que este realiza.

La quinta prueba es que anhela el retiro y la privacidad con el propósito de la adoración y la devoción a Él. Anhela el acercamiento de la noche para poder encontrarse con su amigo sin obstáculos. Si prefiere conversar de día y dormir de noche, en lugar de dicho retiro, entonces su amor es imperfecto.

La sexta prueba es que la adoración se hace fácil. Un hombre recto dijo una vez: “Durante un lapso de treinta años, realicé mis devociones nocturnas con gran dificultad; pero durante el transcurso de los siguiente treinta años, estas se convirtieron en una delicia”. Cuando el amor por Al-lah es completo, ninguna alegría es igual a la alegría de la adoración.

La séptima prueba es que uno ama a aquellos que obedecen a Al-lah y detesta a los que no creen en Él y Lo desobedecen. Al-lah Todopoderoso dice: {No encontrarás ningún pueblo que crea en Dios y en el Día del Juicio que sienta afecto por quienes combaten a Dios y a Su Mensajero, aunque estos sean sus padres, sus hijos, sus hermanos o sus parientes. A ellos [Dios] les ha grabado la fe en sus corazones, los ha fortalecido con Su luz y los ingresará en jardines por donde corren ríos por toda la eternidad. Dios se complace de ellos y ellos de Él. Estos son los aliados de Dios. ¿Acaso no son los aliados de Dios los triunfadores?} [Corán 58:22].

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