La excelencia (Ihsán): Dar lo mejor de nosotros en el Islam
Habiendo comprendido los componentes principales de la fe (los seis artículos, el Corán, la Sunna, la Sira, el Fiqh y los valores morales), el creyente puede ver con claridad el camino frente a él, la “montaña” a escalar. La cima de esta montaña fue descrita por el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, como adorar a Al-lah tal y como si lo estuvieras viendo frente a ti. Mu’adh Ibn Yabal preguntó una vez: “Mensajero de Al-lah, instrúyeme”. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le dijo: “Adora a Al-lah como si pudieras verlo, y prepárate para la muerte” (Ibn Abi Dunia). En otra narración, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, le enseñó a Mu’adh a decir esta súplica: “Al-lah, ayúdame a recordarte, a agradecerte, y a adorarte de la mejor manera” (Abu Dawud).
Adorar a Al-lah como si lo vieras significa esforzarte por lograr la excelencia en la adoración y en todas tus obras. El Imam An-Nawawi explicó el significado de esta frase así: “Esta declaración se encuentra entre los dichos completos (yawami al kalim) presentados por el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él. Si uno de nosotros puede adorar como si viera a su Señor, Glorificado y Exaltado sea, jamás abandonará ninguna cosa buena que pueda hacer, como ser humilde, reverente, comportarse bien y ser consecuente en los aspectos interiores y exteriores, de la mejor manera posible”.
Todos tendemos a ser menos propensos a hacer el mal en público que en privado. Es más fácil desobedecer a tus padres cuando no te están mirando, o desobedecer a tu profesor cuando te da la espalda. Del mismo modo, nos sentimos más avergonzados de hacer algo malo cuando tenemos la convicción de que Al-lah está observando cada uno de nuestros actos, incluso lo que hacemos en lo más profundo de nuestro ser: nuestro corazón. Pero, a diferencia de nuestros padres y maestros, Al-lah es siempre consciente de todo lo que hacemos y es más merecedor de nuestra obediencia, como dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Al-lah es más merecedor de tu modestia que las personas” (At-Tirmidhi).
El Islam nos enseña a realizar todas nuestras buenas acciones (oración, caridad, ayuno o cualquier actividad benéfica que hagamos) lo mejor que podamos, como si Al-lah estuviera justo frente a nosotros. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “En verdad, Al-lah ha prescrito la excelencia en todo. Si vas a matar, mata de la mejor manera. Si vas a sacrificar, sacrifica de la mejor manera. Afila tu cuchillo para que el animal no sufra” (Muslim). En otra narración, el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Si hacen un juicio, sean justos. Si deben matar, maten de la mejor forma. En verdad, Al-lah Todopoderoso es Excelente y ama la excelencia” (At-Tabarani). Por supuesto, hacer nuestro mejor esfuerzo significa tanto en lo interior como en lo externo.
Desde la perspectiva exterior, a menudo se nos presenta una gama de opciones en una situación dada. En términos de Fiqh, podemos elegir entre hacer algo que es recomendable o simplemente permisible. A este respecto, Al-lah dijo: {Albricia [¡oh, Muhammad!] a Mis siervos que escuchan todo lo que se dice, pero siguen lo mejor} [Corán 39:17-18]. Por ejemplo, cuando somos perjudicados podemos elegir entre tomar represalias legales o perdonar al ofensor. Al Samarqandi comentó sobre esta aleya: “Se dice que ellos escuchan el Corán y siguen lo mejor de él, como en la elección entre la represalia o el perdón, uno elige el perdón, como dice Él: Si son pacientes [y perdonan] será lo mejor para ustedes’”. Hay muchos actos sunan recomendados que podemos practicar o no, así como uno elige si decora su casa (su fe fundada sobre los cinco pilares del Islam) o no. Además, a veces se nos presentan dos beneficios o dos perjuicios, y debemos considerar el mayor entre dos bienes o el menor entre dos males. Ibn Taimia dijo: “La persona inteligente no es aquella que conoce el bien y el mal, sino que puede reconocer el mejor entre dos bienes y el peor entre dos males”. De este modo, identificar e implementar la mejor acción dentro de un marco apropiado de Fiqh es parte de la lucha por la excelencia en nuestra adoración y nuestros actos.
Desde la perspectiva interna, debemos purificar nuestros corazones de todo tipo de enfermedad espiritual, como la hipocresía, la arrogancia, la mundanalidad, la envidia y la malicia. Al-lah nos dice que nadie estará a salvo en el Día del Juicio, excepto “quien tenga el corazón puro} [Corán 26:89]. El corazón (en el sentido espiritual, no el corazón físico) es la base de todos los actos voluntarios. Si el corazón es realmente puro de disposiciones pecaminosas, el resto de nuestras obras serán correctas. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “En verdad, en el cuerpo hay un pedazo de carne que, si está sano, el cuerpo entero está sano; y si está corrompido, el cuerpo entero estará corrompido. Sin duda, ese es el corazón” (Bujari).
Para ilustrar cómo es un corazón puro, Az-Za’labi comparte uno de los dichos sabios de los predecesores rectos: “Un hombre no alcanza el pináculo de la rectitud (sinam al taqwa) hasta que llegue al punto en que, si lo que hay en su corazón fuera puesto en un plato y fuera con él por el mercado, no se avergonzaría de nada de lo que hay allí” (Al Kashf wal Bayan ʻan Tafsir al Qur’an). Imagina cuán avergonzado te sentirías si otras personas pudieran ver lo que hay en tu corazón y encontrar cada uno de tus defectos espirituales. Si llevamos algún secreto oscuro en nuestro interior, entonces aún tenemos espacio para mejorar hasta alcanzar la cima de la montaña.
Sin embargo, es importante reconocer que la excelencia o ihsán, no necesariamente significa perfección. No fuimos creados para ser perfectos, como dijo el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Todos los hijos de Adán son pecadores, y el mejor de los pecadores es aquel que se arrepiente” (At-Tirmidhi). Cometeremos errores y pecados, pero parte de la excelencia es cumplir con las condiciones del arrepentimiento sincero. Por esta razón, Al-lah nos dice: {Tengan temor de Dios tanto como puedan} [64:16]. Y el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Cuando yo prohíbo algo, evítenlo. Cuando les ordeno hacer algo, háganlo tanto como les sea posible” (Bujari). Cada uno de nosotros tiene fortalezas y debilidades, lo que significa que el ihsán puede no verse de la misma forma en todos los creyentes. Todos hemos heredado diferentes medios, así que la excelencia es dar lo mejor de nosotros, hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos.
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